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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Gallegos del revés

El paro acaba de subir en casi toda España a la vez que bajaba en Galicia; pero esto ya ni siquiera constituye una novedad. Los acontecimientos, como los trenes de la antigua Renfe, llegan con retraso a este extremado reino occidental de Europa, de tal modo que siempre vamos a contrapié de las subidas y bajadas en el resto del país. El caso es llevar la contraria.

Lo natural, por ejemplo, es que el empleo caiga en agosto debido al final de los contratos con los que la hostelería cubre sus necesidades para la temporada veraniega. La regla no es de aplicación en Galicia, naturalmente. Ya sea porque el tiempo no acompaña gran cosa, porque el turismo es escaso o porque nos gusta chinchar, sin más, el empleo crece aquí al final del verano.

Otro tanto había ocurrido ya con el estallido de la burbuja inmobiliaria, Cuando el precio de los pisos comenzó a caer, la vivienda siguió subiendo de precio durante algunos meses en Galicia, ajena como de costumbre a las influencias del exterior.

Por no hablar ya del clima, que es lo nuestro. Aquí llueve con perseverancia cada vez que el telediario anuncia soles esplendorosos en toda la Península; aunque eso parecería lógico hasta cierto punto. Menos explicable resulta ya el hecho de que a menudo haga tiempo playero en Galicia allá por septiembre u octubre, cuando el resto del país se agita bajo el pedrisco y las tormentas.

De estas contradicciones tan galaicas tuvo noticia en persona un grupo de científicos de Naciones Unidas reunido en Vigo años atrás con la idea -a todas luces imprudente- de estudiar el calentamiento global de la atmósfera. Vigo pasa por ser la zona tropical de Galicia, pero ni por esas. Los sabios participantes en el encuentro fueron recibidos por una ola de frío polar que a punto estuvo de congelarles sus teorías sobre el cambio climático.

No solo en cuestiones de orden laboral, inmobiliario o climático vamos a contramarcha de los demás.

Para abundar aún más en las paradojas que son nuestro más claro rasgo de identidad, los informes de un instituto de fertilidad de Barcelona suelen atribuir a los gallegos la posesión del semen de mejor capacidad reproductiva de España. El dato, obviamente feliz, se contradice abiertamente con la estadística según la cual Galicia es el lugar de España y casi de Europa con menor tasa de nacimientos por cabeza (o por prepucio, para ser exactos). Será que vamos mayores y ya no estamos para esfuerzos físicos como los que exige la facturación de un crío; pero aun así, el caso tiene difícil explicación.

Por ahí adelante suelen retratar a los gallegos como gente entre indecisa y enigmática -tipo Rajoy- de la que nunca se sabe si sube o baja cuando alguien se la encuentra en el rellano de la escalera. Tonterías. Lo que la experiencia sugiere es que a un galaico de verdad se le identifica más bien por subir cuando los demás bajan y bajar cuando los demás suben.

Esa peculiaridad étnica, por así decirlo, sería la única que aclarase el hecho de que el paro, las casas y el IPC suban aquí cada vez que bajan en las tierras situadas más allá del Padornelo. O que los mejores espermatozoides del país arrojen la más baja tasa de natalidad del continente. Galicia es un enigma húmedo.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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