El gráfico adjunto muestra la intención de voto estimada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) al PP y al PSOE en los últimos 20 años. Hasta 2012 se ven claramente las alternancias. Entre ambos sumaban alrededor del 80% de la intención de voto y ponían rostro al bipartidismo que ha caracterizado a la política nacional desde la Transición. Desde entonces se produce un terremoto que reduce ese 80% al 50% y deja un amplio espacio para dos partidos con presencia sustancial en las preferencias de los ciudadanos (Podemos y Ciudadanos). Es verdad que faltan todavía unos meses para las elecciones generales y el propio barómetro refleja una cierta recuperación de ambos partidos. Pero es muy probable que no dé tiempo a retornar a la situación actual. Una mayoría absoluta se antoja imposible. Un gobierno en minoría sería débil y exigiría mucha habilidad y concesiones. Una coalición de alguno de los grandes con Podemos o Ciudadanos exigiría más de ambas cosas a cambio de un potencial incremento de fuerza.

Sea lo que sea, está claro que vamos a vivir en un escenario muy diferente. Por eso, tramitar unos Presupuestos Generales del Estado a costa de agotar al máximo la legislatura y no hacer lo inverso, o acelerar cambios normativos sin consenso (al menos con el PSOE) solo puede verse como cosas que se hacen pensando en remontar electoralmente a costa de perder muchos meses para abordar las reformas que aun necesitamos, en lo económico, pero también en lo político.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

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@SantiagoLagoP