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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los gestos

De modo que, vista la respuesta que el Deza dio en Lalín a la llamada del sector ganadero en defensa de su dignidad económica y supervivencia social, harían bien los gobiernos en tomar nota y ponerse a la tarea de garantizarlas. A partir de la idea de que no podrán hacerlo solos, especialmente porque no depende de ellos en su totalidad; la PAC -Política Agraria Común- fija límites, pero deja margen, y vías varias, para atender a lo principal.

La tarea -que, conviene insistir, habrá de ser colectiva- va a necesitar, desde luego, talante y talento. El primero para asumir desde la sociedad gallega que nadie tiene toda la razón y, por tanto, buscar y hallar terreno común para trabajar todos juntos, gobiernos, oposición y colectivos profesionales. El talento, para recuperar tiempo perdido, propiciar diálogos y entenderse con quienes no siempre dan facilidades, especialmente los ejecutivos de Bruselas.

En este punto no estará de más repetir que lo que hay en juego no es solo el bienestar de un sector estratégico clave para este antiguo Reino, sino el equilibrio del conjunto de Galicia. Lo agrario y lo ganadero juegan un papel decisivo para frenar la despoblación de una parte del territorio y, por tanto, evitar la desarticulación del conjunto, que es tanto como impedir la producción de daños irreversibles. Y todas ellas son, sin duda, palabras mayores.

La dimensión del problema exige pues que se despartidice y no se use como arma electoral arrojadiza, siguiendo la pésima costumbre del oficio político gallego. Algo que tendría que aceptarse sin discutir, aunque solo fuese porque en la agonía del sector nadie puede negar responsabilidad; aquí ya gobernaron PP, PSOE y BNG -aunque unos más que otros- y por consiguiente no caben alegatos de inocencia.

Expuesto lo anterior, que no es sino una opinión ya conocida, quizá resulte útil añadir otra: la seriedad del asunto reclama una enorme prudencia para evitar errores, malas interpretaciones y dudas sobre los auténticos objetivos de las conductas. Porque nadie tiene más que ganar que el país, su sector ganadero y las perspectivas de futuro, y poner eso en riesgo es, además de frívolo, egoísta.

Viene esto a cuento, aunque es posible que no todos lo compartan, de la imagen que el actual alcalde de Lalín protagonizó en un tractor durante la movilización. Era innecesaria y en todo caso impropia: el talante puede y debe ir más allá del revival de una foto, y el talento se demuestra evitando alusiones que, como la del "Prestige", no vienen a cuento y son especialmente inoportunas. Sobre todo cuando despiertan recuerdos acerca de los daños políticos colaterales que aquello causó.

¿Verdad...?

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