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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Pirro gana en Grecia

"Muero como he vivido: por encima de mis posibilidades", dicen que dijo en su lecho de muerte Óscar Wilde mientras bebía champán en un hotel de París que pagaban sus amigos. También pudiera ser este el caso de Grecia, un país cuyos gobernantes decidieron vivir de prestado hasta que el cuerpo y los acreedores aguantasen.

Ahora que estos últimos -a diferencia de los amigos de Wilde- se han hartado de cargar con las facturas, el pueblo griego acaba de decir "no" al enésimo préstamo ofrecido por sus dieciocho colegas de la Unión Europea. El Gobierno de Grecia necesita el dinero, pero no estaba dispuesto a aceptar las condiciones, a su juicio leoninas, que los prestamistas exigían a cambio.

Estas cosas pasan cuando uno no tiene en cuenta las recomendaciones del célebre filósofo y humorista Groucho Marx, quien sostuvo en vida que "jamás aceptaría entrar en un club que me admitiera como socio". Sorprendentemente, la Unión Europea abrió las puertas del club del euro a una Grecia que, al modo grouchiano, no cumplía ni una sola de las condiciones exigidas para el ingreso en el círculo de la moneda única. Y ahora pasa lo que pasa.

Si su país no formase parte del euro y de la UE, los gobernantes griegos no hubieran podido endeudarse en más de 300.000 millones de euros para mantener un nivel de vida y prestaciones que acaso estaban por encima de sus posibilidades. Como la mayoría de los países del mundo situados fuera del club socialdemócrata de Europa, Grecia se habría limitado a ajustar a sus ingresos el coste de las jubilaciones y otras gabelas sociales que tan dispendiosamente concedió gracias al crédito de sus socios.

A eso hay que añadir, sobra decirlo, las subvenciones a fondo perdido que la Unión Europea -esa malvada madrastra- destinó al desarrollo de los países más menesterosos del sur del continente.

Gracias al torrente de millones bombeado desde Bruselas, la Península Ibérica, por ejemplo, se llenó de autovías, puertos, trenes de alta velocidad y otras maravillas del progreso que hubieran sido del todo impensables sin la política de dar al que no tiene practicada por la UE. Y no hay noticia alguna de que Grecia fuese discriminada en ese generoso reparto, sufragado en su mayor parte por la ahora pérfida Alemania.

Nada de ello impide que el Gobierno y el pueblo griego celebren como un éxito -palabra que también significa "fin" y "terminación"- la mayoría obtenida por el "no" a Europa en el referéndum de este pasado domingo. El triunfo de Grecia no deja de evocar en este caso la imagen de la Victoria de Samotracia que se exhibe en el Louvre, famosa entre otras razones por carecer de brazos.

Quizá los griegos pensaran, exageradamente, que lo que estaban votando era la abolición de su deuda en referéndum. Lo cierto, sin embargo, es que siguen teniendo el mismo problema de falta de fondos bancarios -o de brazos- que el día anterior a la consulta.

Podría ocurrir, por tanto, que la suya fuese una victoria semejante a las de Pirro, aquel rey de Macedonia que en una de sus exitosas batallas perdió a casi todo su ejército. "Otra victoria como esta y tendré que volverme solo a casa", dijo el tal Pirro en una frase que desde entonces permitió acuñar el concepto de triunfo "pírrico". Se conoce que los griegos, como nosotros, no han aprendido nada de su historia.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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