Una de las razones de mi conservadurismo, escepticismo y pesimismo político surge del convencimiento que el papel de las ideologías sin ser nulo es secundario en tanto motor histórico. Tampoco la filosofía, la literatura, la música y las artes juegan papeles estelares en las mutaciones sociales. Porque la Historia solo puede ser comprendida a largo plazo. Y en el largo plazo, lo que cuenta decisivamente para la Humanidad es el proceso de cambio tecnológico secuenciado en fases de invención, innovación y difusión.

Lo que ha habido

Con incierta cronología, antes de la era cristiana los siguientes inventos y descubrimientos técnicos cambiaron la forma de vivir y pensar de los humanos: hacha de piedra pulida, dominio del fuego, domesticación de animales, el arco y la flecha, aguja de coser, utilización de lana, uso de la moneda, la cuerda, cerámica, agricultura, adobe, escritura, horno, remos, rueda, metalurgia del bronce, el carro, papiro, la polea, la manivela (inventada por los celtíberos) metalurgia del hierro, el timón, la vela, la astronomía, catapulta, escaleras de caracol, compuertas, papel, puente de arco, astrolabio, molino de agua.

Después de Cristo, sin que la lista sea exhaustiva: carretilla, cigüeñal, silla de montar con estribos, arco ojival, destilación, pólvora, brújula, jabón, el papel para impresión, letra de cambio, imprenta, gafas, telar de lanzadera, periódicos, desmontadora de algodón, máquina de vapor, electricidad, motor de explosión, siderurgia, higiene quirúrgica, productos químicos y farmacéuticos, gramófono, bombilla, telégrafo, teléfono, radio, automóvil, manipulación atómica, transfusiones sanguíneas, plásticos, televisión, transportes colectivos, aviónica, agua corriente a domicilio, informática, técnicas aeroespaciales, explotación de múltiples fuentes de energía, electrodomésticos, congelación de alimentos, comercio integrado, telecomunicaciones, Internet, bioquímica, neurociencias, nuevos materiales, nanotecnologías, ingeniería genética, inteligencia artificial, robótica, etc., etc., etc.

Anticonceptivos, agua corriente a domicilio, escolarización, productos estándar de higiene íntima, electrodomésticos, automóvil, transportes públicos y acceso al mundo laboral contribuyeron más a la liberación de la mujer que toda la militancia histórica de sufragistas y feministas. La invención del arnés del caballo de tiro, que permitió substituir la labor de diez hombres, influyó más en el fin de la esclavitud entre blancos que la religión o la filosofía antiesclavista. De consuno, la democracia no existe gracias a la Ilustración, que también, sino, sobre todo, porque el capitalismo necesitó que obreros y técnicos supieran leer y escribir y recibiesen formación para entender el funcionamiento de máquinas sofisticadas e inventar otras más rentables.

En distinto orden de cosas, un capitán al mando de una compañía de infantería destrozaría hoy día todos los ejércitos de Alejandro Magno y a los de cualquier ideólogo o genio teórico militar del pasado. La persona épsilon, en el siglo XXI, que no viva en la indigencia tiene mejores condiciones de vida que Isabel la Católica. El hombre más rico del mundo -digamos, Bill Gates- goza de menos capacidad de acceder a la información que la que tendrá en cincuenta años un adolescente.

Lo que habrá

Todo ello sin contar la investigación fundamental en ciencias o matemáticas, desde los números negativos y el uso del cero, que han revolucionado nuestra forma de vivir. Por ejemplo, en Francia el 15% del PIB y el 9% de empleos dependen directamente de la investigación matemática. Y el 44% de tecnologías claves están sujetas a progresos en aplicaciones matemáticas.

Por mucho que les pese a profetas de circunstancia e ideólogos que creen cambiar el mundo escribiendo reiterativos artículos periodísticos, en el largo plazo la forma de vivir de las personas no depende de consignas progresistas o reaccionarias -por utilizar términos tan imprecisos como vacuos- sino del cambio tecnológico. Esto es, en el largo plazo, vivimos conforme a revoluciones técnicas independientemente de revoluciones políticas ¿De qué les sirvió a los norvietnamitas la larguísima y cruenta guerra contra franceses y norteamericanos? Lo que está cambiando su forma de vivir no es el marxismo-leninismo sino el progreso técnico importado de países ayer enemigos.

Es el progreso técnico el que determina el tipo de ideología de cada época al tiempo que las innovaciones decisivas conforman el núcleo intelectual de la civilización recubriéndolo de una nueva capa que se superpone a las anteriores -sin petrificarlas completamente- de tal forma que no es descabellado suponer que en un futuro relativamente cercano (menos de cien años) los humanos dejarán las decisiones -políticas, legales, económicas- en manos de máquinas dotadas de inteligencia artificial auto-referente y sobrada capacidad de cálculo sin posibilidad de error.

En Nature, y eso que estamos aún prácticamente en los albores de la inteligencia artificial, científicos de la universidad Pierre-et Marie-Curie (París) presentaron recientemente una máquina que es capaz de adaptarse a las averías. Concretamente, un robot de seis patas al que le desconectan dos aprende por su cuenta a caminar con solo cuatro después de efectuar un auto-diagnóstico. Este resultado espectacular depende de un algoritmo de aprendizaje automático que se inspira en los animales heridos capaces de optimizar los medios de que disponen. El objetivo es crear robots que se adapten por sí mismos, aunque estén heridos, a situaciones imprevisibles en las que pueda suceder cualquier cosa, un naufragio o un terremoto.

Ciertamente, el ordenador cuántico no está a la vuelta de la esquina pero los físicos avanzan sin discontinuidad gracias a dispositivos de nuevo tipo: las memorias cuánticas. La confluencia a término de ingeniería genética, bioquímica y redes cuánticas inducirá una revolución cultural como nunca se ha visto. Sobra decir, en el largo plazo, que el papel de los ideólogos es muy modesto.

Las neurociencias

Es sabido, cada salto tecnológico acarrea aplicaciones útiles, aplicaciones dudosas y aplicaciones abusivas. Lo mismo sucederá con las neurociencias. Tanto es así que me he convertido -¡a mis años!- en apasionado estudioso de las neurociencias por si pudieran guiarme en el desvelamiento de la mentalidad cuasi-mágica, a veces completamente tullida, de personas ideologizadas hasta la obsesión y entender, en general, el comportamiento humano.

Herbert A. Simon alumbró el concepto de racionalidad limitada. Según Simon, un consumidor de bienes o ideas decanta sus elecciones/decisiones dependiendo de la cantidad y calidad de las informaciones que adquiere y de su capacidad para extraer conclusiones relevantes. Siguiendo en parte la senda desbrozada por Simon, Kahneman y Tversky atribuyeron la racionalidad limitada a una serie de sesgos o prejuicios cognitivos. Todos padecemos sesgos cognitivos pero las neurociencias en sus versiones avanzadas van más allá y estudian el funcionamiento del cableado cerebral. Los cerebros de los sicópatas, verbigracia, probablemente son incapaces de aprendizaje emocional.

No soy partidario de exigirle a nadie rigurosa coherencia en la forma de vivir, entre otras razones porque la mentira, aunque con reparos, puede formar parte de la libertad de expresión. No así la disimulación de las verdaderas intenciones ¿Qué intención profunda esconde quien diciéndose demócrata no ha condenado jamás el terrorismo ni a los amigos de los terroristas? ¿Se trata de cálculo y disimulación o, en línea con las neurociencias, estamos frente a alguien que es incapaz de aprender emocionalmente por tener afectada la amígdala cerebral? Adanismo aparte ¿por qué alguien que quiere dar una imagen pública de persona con profundas convicciones éticas y alta moralidad social muestra más compasión por los terroristas y sus familias que por las víctimas y las suyas? No valen, por supuesto, declaraciones retóricas equilibradamente equidistantes: no somos, no son, todos iguales.

Antes, conociendo poco las neurociencias creía que el mecanismo de evacuación de las contradicciones, por los desagües de la conciencia, se resumía aceptablemente en un concepto bastante socorrido entre los sicólogos: la disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva puede interpretarse de varias formas. La más sencilla es que los humanos tendemos a vivir en el confort moral e intentamos eliminar lo que nos prive de ese confort por la incoherencia de nuestro comportamiento. Cuando de forma más o menos consciente nuestro comportamiento no corresponde a la idea que queremos tener de nosotros mismos entra en juego la disonancia cognitiva.

Ahora deseo informarme respecto a los mecanismos neuronales que, allende la libertad de expresión, con el fin de seducir y manipular a ingenuos llevan a los pamplineros a defender insistentemente, mostrando frialdad casi sicopatológica, opiniones sin la mínima apoyatura científica ni lógica que el tiempo ha varado en los bajos fondos de la Historia. Está claro que cuando uno es incapaz de aprender, intelectualmente o emocionalmente, o es imbécil o está mal de la cabeza. A veces, ambas cosas. Las neurociencias lo dicen de otra forma pero viene siendo lo mismo.

Es cierto, sin embargo, que el individuo vive en el corto plazo histórico y en su intervalo temporal la ideología juega cierto papel. No obstante, habida cuenta que las olas de fondo de la civilización las impulsa el progreso técnico lo que la ideología desplaza circunstancialmente lo vuelve a colocar el cambio tecnológico en la trayectoria de tendencia larga. Asimismo, las neurociencias acabarán por colocar a cada uno en su sitio.

*Economista y matemático