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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El trabajo no da votos

Se ufana el Gobierno de haber puesto a trabajar a cerca de 120.000 españoles durante el pasado mes de mayo, además de engordar en más de doscientos mil cotizantes la cifra de afiliados a la Seguridad Social. Los datos, felicísimos para quienes han encontrado faena, acaso no lo sean tanto para el Consejo de Ministros que preside Rajoy.

El presidente, que anda fatal de asesores, parece haber llegado a la convicción de que puede recuperar el voto extraviado de la ciudadanía sin más que ofrecer trabajo por medio de las empresas. Se trata, a todas luces, de un error.

Más que el castigo bíblico de trabajar -aunque también-, lo que la gente acaso quiera es cobrar la paga. Así lo entendieron, con mayor sentido práctico que Rajoy, algunos de los nuevos partidos que le vienen comiendo la tostada a conservadores y socialdemócratas en las últimas elecciones.

Uno de ellos llevaba en el programa presentado a los comicios europeos la sensacional oferta de un sueldo para todos los españoles por el mero hecho de serlo. La dirección de Podemos echó después las cuentas y optó por retirar su propuesta de vida gratis total; pero al menos no amenaza a los ciudadanos con proporcionarles trabajo. Lógicamente, los electores le han premiado su generosidad en las municipales: y nada sugiere que vayan a dejar de hacerlo en los comicios que a fin de año decidirán el nuevo Gobierno del país.

Conscientes de que el trabajo es una pena bíblica que hará perder votos a quienes la propongan, los cerebros del nuevo partido emergente prometen más bien la abolición de un sistema que se basa, precisamente, en la necesidad de trabajar. Gran devoto del actual Papa Francisco, su líder Pablo Iglesias ha decidido acogerse a las enseñanzas de la Biblia para ofrecer a sus votantes el paraíso.

Razones teológicas no le faltan. Antes del castigo al que fuimos sometidos los hombres por culpa de una oscura fechoría de Adán y Eva, el paraíso era un lugar feliz donde nadie daba palo al agua. En el huerto del Edén plantado por Jehová no había horarios, ni despertadores, ni patrones que exigiesen cuotas de productividad a sus empleados. Era, además, un paraíso nudista por el que Adán y Eva se paseaban todo el día en cueros vivos como si protagonizasen un reality-show de la tele. "Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer: y no se avergonzaban", precisa con detalle el Génesis.

Contra esta imagen edénica, los cenizos del Partido Popular ofrecieron en las recientes elecciones un programa resumido en "Trabajar" y "Hacer", sin que a sus publicistas de campaña les importase incurrir en tamaña violación de los Evangelios. Lógicamente, el electorado les propinó un contundente castigo bajo el lema: "Trabaja tú, que a mí me da la risa", de gran predicamento en todas las Españas.

Algo parecido le ocurrió al Partido Laborista que ensalza las virtudes del trabajo en Gran Bretaña, donde fue claramente derrotado por los conservadores, más partidarios de vivir de las rentas que de doblar el lomo.

Insensible a los datos y a la realidad, el Partido Popular sigue empeñado, por lo que se ve, en que basta con ofrecer trabajo a los españoles para que estos le retribuyan ese dudoso favor en las urnas. Quizá Rajoy no entienda -a diferencia de otros- que el principal atractivo del paraíso es que allí no se trabaja. Y así le va en las encuestas.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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