Algún gran medio nacional, o sus gurús deportivos, decidieron un día que había que ningunear a Luis Enrique. Unas declaraciones algo ásperas de este hombre, que habla directo y no sabe hacer la pelota, supongo. Desde entonces los triunfos del Barça en esta campaña se deben en exclusiva a Messi, y Luis Enrique supuestamente se limita a no molestar al divo. Sin embargo, Messi ya estaba con Guardiola, cuando se hablaba del Barça de Guardiola. Da la impresión de que Luis Enrique ha desmontado en el Barça una forma de juego rítmica y preciosista y ha impuesto otra, versátil, efectiva y adaptada a cada partido. El cambio le ha funcionado, es evidente, pero sorprende que a estas alturas algunos críticos se nieguen a reconocerlo, simplemente porque el chico tiene un carácter fuerte y el pasteleo le guste tan poco como el punto de cruz. Ese ninguneo les hace perder credibilidad como críticos.
