El nuevo poder griego está apoyado por dos partidos que defienden la soberanía nacional y al propio tiempo plantean, de un modo u otro, una nueva quita de su deuda soberana (eso significa "renegociación"). En mi opinión una quita mayor o menor resulta necesaria, pues no parece posible que la escasa musculatura económica de Grecia pueda levantar el país teniendo semejante peso encima. Ahora bien, una nueva quita tendría como contrapartida la exigencia por los países prestamistas de un control mayor todavía sobre sus cuentas y decisiones políticas y económicas. O sea, una quita de deuda soberana supondrá una quita de soberanía nacional, como le ocurre a cualquier empresa en un concurso de acreedores. Cuanto antes asuman esto los nuevos gobernantes, y lo hagan entender así a los griegos, mejor será para todos. La parte ingrata de la política empieza siempre después de unas elecciones.
