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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Borrachos de agua bendita

Con terquedad propia de mulas, algunos religiosos de la causa antiimperialista han justificado -también- la masacre de París como una especie de castigo divino por los muchos pecados que Occidente comete a diario contra el Islam.

Uno de ellos, militante en la fe del comunismo, ha llegado a sugerir en Twitter que el Pentágono y la OTAN "asesinan a millones cada día". Tan populosa y acaso imaginaria matanza cotidiana explicaría, a juicio del sujeto en cuestión, que los musulmanes así agraviados la emprendan a tiros con los humoristas de una revista francesa. La relación de causa a efecto parece un tanto extravagante, pero ya se sabe que la religión -de Mahoma o de Lenin- no tiene por qué coincidir con la lógica.

En realidad, el autor del tuit ha interpretado los asesinatos del "Charlie Hebdo" en clave no muy diferente a la de muchos españoles conmocionados hace diez años por la matanza en los trenes de Atocha.

También entonces una mayoría de ciudadanos atribuyó a la participación de España en la guerra de Irak la causa -e incluso la razón- de que una banda de asesinos decidiera cobrarse el tributo de casi 200 cadáveres a modo de venganza. Se conoce que la conciencia de culpa, tan propia de un país católico como este, llevó a los españoles a trasladar la responsabilidad de lo ocurrido al Gobierno, desviándola de los propios autores de la escabechina. Algún pecado tendríamos que haber cometido para ser merecedores de un castigo semejante.

Poco importa que los fanáticos de Alá, borrachos de agua bendita, no necesiten motivo alguno en particular para perpetrar sus tropelías. Lo suyo es darle matarile al infiel que no se pliega a los mandatos del Corán o, peor aún, encuentra un motivo de burla en las religiones.

Tal era, precisamente, el retrato-robot de los escritores y dibujantes de "Charlie Hebdo": gente iconoclasta que lo mismo se metía con el Papa que con Cristo, con Mahoma o, si preciso fuere, con el sursum corda. Convencidos tal vez de que las creencias en el Más Allá están gestionadas financieramente por alguien del Más Acá, los redactores del semanario no se paraban en barras, ni en amenazas, cuando querían ejercer el derecho de risa a propósito de los solemnes popes de cualquier confesión.

Los más veteranos recordamos aún cierta portada de la revista "Hara-Kiri", precursora del "Charlie Hebdo", en la que se representaba a un crucificado de espaldas y con las nalgas al aire bajo el título: "La cara oculta de Cristo". Otras viñetas eran aún más irreverentes, sin que ello motivase mayor reacción que las protestas verbales de la Iglesia afectada por sus chanzas.

Con Mahoma hicieron más o menos lo mismo, aunque no tardarían en descubrir que los seguidores del profeta no están para muchas -ni pocas- bromas. Primero les incendiaron la redacción del semanario y, finalmente, han asesinado a tiros a su director y a una decena de dibujantes, reos del delito de lesa impiedad.

Parece lógico. A diferencia del cristianismo, que superó hace ya siglos el episodio de la Inquisición, el calendario musulmán marca aún la fecha del año 1400 y pico, época a la que parecen querer volver los extremistas del Corán. Será por eso que les irritan tanto las gentes de pensamiento libre decididas a ejercer el derecho a reírse de todo. Tipos tan sobrios y aburridos como los del Kalashnikov jamás lo entenderán.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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