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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las excusas

A partir de la idea de que el de los presupuestos debiera ser, por lógica, el debate parlamentario más importante del año, y el hecho reiterado de que casi nunca lo es, en nada habría de sorprender que interese cada vez menos. Ni siquiera a quienes, paradójicamente, más afectados resultan por su contenido, que son los ciudadanos. Y ocurre a pesar de las prédicas de cada cual, según el lugar que ocupen, a izquierda o derecha, en el hemiciclo.

Dicho de otro modo: que cuando se votan las enmiendas a la totalidad de las cuentas anuales, las mayorías absolutas -sean de un solo partido o de la suma de varios, como ya ha sucedido- nunca dan oportunidad al análisis sobre cuánto de razón puede haber en algunas, y todos hacen lo de Antón Pirulero: cada uno atiende a su juego. Con un argumento también reiterado: los acuerdos, posibles pero improbables, se dejan para las parciales.

Conste que esa explicación tiene sentido; las cuentas generales de la comunidad son el instrumento para la aplicación del programa del partido que gana las elecciones y en consecuencia no tiene lógica que acepte la adopción de otro que corresponde a quienes las perdieron. Una tesis impecable en el supuesto de que se aplique de verdad el programa, algo que con diferentes excusas, no es frecuente a lo largo de los últimos tiempos.

Item más. La otra excusa, la de que se rechazan las enmiendas totales para, después, dialogar sobre las demás es tan solo una verdad a medias. La experiencia demuestra que entre -habitualmente- más de un millar que se presentan, la oposición "saca" una docena, y eso con mucha suerte. Ninguna tiene más valor que el testimonial, y las más de las veces ni siquiera llega a tanto.

Es por todo ello, y por el bajo nivel general de los debates, por lo que se cumple cuanto se dejó dicho acerca del desinterés y el hastío. Y por algo más también: muchas veces las cosas que se oyen se alejan tanto de la realidad que se vuelven inverosímiles, y la gente corriente está ya demasiado ocupada en devanarse los sesos para progresar como para dedicarle tiempo a interpretar lo que quieren decir sus señorías.

Aunque establece el refrán que para muestra basta un botón, no pocas veces con dos queda más claro. En este pleno se oyó a la titular de Facenda, dama seria y capaz, proclamar la llegada del crédito a pymes y familias que aún no lo notan o no pueden pagarlo por su elevado coste. Y, enfrente, se oyó a un histórico líder de la izquierda denunciar como causa de "muerte y frío" una política como la que -si bien con defectos notables- hizo opulenta a Europa. Los extremos se tocan, sí.

¿O no...?

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