Querido amigo, leí en la edición digital de El País sus respuestas a los lectores del periódico, que lo presenta en tanto miembro fundador de Podemos y uno de sus ideólogos. Casi nadie al aparato.

Me interesa especialmente la siguiente respuesta: "Los catalanes tienen derecho a decidir su modo de relación con el resto del Estado, como hicieron, por ejemplo, los escoceses" La verdad, siendo gallego me siento algo ofendido ¿Los gallegos no tendrían también ese derecho? Y ya puestos a hacer extensivo el derecho en aras de que no sea privilegio excluyente del todo respecto a las partes ¿no lo tienen asimismo Barcelona o Tarragona respecto a Cataluña y Vigo respecto a Galicia? Estoy convencido que muchísimos vigueses no querrían vivir en una Galicia nacionalista gobernada por Podemos-AGE-BNG, si estuviese confederada con especificidad nacional distinta de la española, y optarían por la independencia. Seríamos la Singapur del Atlántico ¿Nos abandonaría Podemos o llegado el momento contaríamos con ustedes, referéndum mediante, en nuestro anhelo independentista de minoría oprimida?

Observo, por otra parte, que fundamenta usted la convivencia plurinacional en España en el "libre acuerdo y la seducción" ¡Caramba! ¿Y quién va a ser el seductor Porfirio Rubirosa de turno? Para su información, voy a relatarle un hecho que ya conocen mis lectores. Al acceder a la presidencia del Parlamento europeo, Josep Borrell Fontelles manifestó "Soy catalán, español y europeo". Al día siguiente, la casa de sus padres apareció pintarrajeada de arriba abajo: "Aquí nomes som catalans". Puede comprobar por tanto, querido Íñigo, que no se trata de que Extremadura seduzca a Cataluña, ni Andalucía al País Vasco, sino que el supremacismo y odio cainita ínsito en la mentalidad nacional-independentista no permite la convivencia entre vecinos de distinta opinión. En consecuencia, estimo que al nacional-independentismo no cabe seducirlo con buenrollito (a los violadores tampoco) sino derrotarlo con las leyes en la mano. Como los jueces a los corruptos, verbigracia. Qué nuevo pacto de Estado, qué seductor entendimiento sería posible con sinvergüenzas que en una sociedad entreverada de diferencias constitucionalmente protegidas coaccionan al vecino: "Aquí solo somos catalanes". Por cierto, intente seducir de paso a Borrell, a Boadella, a Ángel de la Fuente, a Félix de Azúa y a tantos otros para que vuelvan del acogedor exilio madrileño a Cataluña. Por no hablar de los vascos.

El caso escocés no viene a cuento

De consuno, me sorprende la referencia al caso escocés puesto de modelo decisorio para Cataluña ¿Por qué el escocés? Lamentablemente, ignora usted la praxis constitucional europea. Cualquier politólogo o historiador neutral confirmará que no son situaciones comparables. Como tampoco es comparable la situación de Argelia con la de Cataluña. Una era una colonia, la otra, no. De ahí que ninguna institución internacional reconozca a Cataluña el derecho a la autodeterminación ni el derecho a decidir.

Voy a recordarle un principio fundamental del sentido común: solo debe compararse aquello que es comparable. Más convincente habría resultado, tengo la impresión, una afirmación del siguiente tipo "Los catalanes de España tienen derecho a decidir su modo de relación con el resto del Estado, como hicieron los catalanes de Francia, los bretones, los vasco-franceses, los portugueses del norte, los de las Azores, los habitantes de Padania, los de Baviera, los de Baden-Württemberg, etc." Quiere decirse, es una triste gracia exigirle a España, dotada de una Constitución tan amparadora de los autogobiernos periféricos, un desarme constitucional unilateral sin que en el contexto europeo se lleve a cabo en otros países. Cuando me presente usted algún ejemplo homologable con el español -ni el de Escocia ni el de Québec sirven- quizás empiece a tomar en serio su propuesta. De momento, siento decirle que esta parte de su discurso (con otras, por ejemplo, los problemas que crea el euro en una zona monetaria de economías asimétricas, podría estar de acuerdo si bien no es original: lo dijo servidor años ha) me parece un puro constructo de inmadurez política y logomaquia populista. Lo del pegamento plurinacional vía la seducción es para enmarcar, querido. Algo propio de un flautista de Hamelín asambleario bajo los focos. Y lo que es peor: le está usted dando retroactivamente la razón a ETA cuando exigía el derecho a decidir del pueblo vasco. Y al pueblo español qué le den.

A veces no queda más remedio que entregarse un par de horas al enojoso trabajo de pensar. Anímese. Sucede que su propuesta solo seria asumible si la avalara el conjunto del pueblo español. Ya está bien de templar gaitas, hay que llamar a las cosas por su nombre. Únicamente de las mentes de unos sinvergüenzas sin escrúpulos -eso son los nacional-independentistas: sinvergüenzas- puede salir que los asuntos políticos de los catalanes conciernen exclusivamente a los catalanes ¿Acaso CiU, ERC, PSC y otros partidos con diputados catalanes no llevan treinta años votando en las Cortes Generales cuestiones que conciernen a todos los españoles?

Empieza a resultar intolerable, y exige réplicas en consonancia, manipular la democracia con propuestas tan demagógicas como oportunistas ¿Cómo tomarían en Cataluña que el Estado planteara un referéndum para legalizar en España la libre compra-venta de armas de fuego rayadas? Todos los ciudadanos suizos que han hecho el servicio militar están armados. Y en EE UU también es legal. No hay razón democrática para que aquí no lo sea. No obstante, se vería, con razón, como una manera insidiosa de propiciar un clima de amedrentamiento contra los nacionalistas sin necesidad de enviar al Ejército. Debe quedar claro, un referéndum, incluso basado en criterios vigentes en países democráticos, no siempre conduce al perfeccionamiento de la democracia.

Lo que dice la ONU

Vamos a ver, querido Íñigo, al estar el derecho a la autodeterminación reconocido por la ONU, sería lógico que los independentistas catalanes -invocando los derechos nacionales del pueblo catalán- reclamasen la apertura de un proceso de descolonización e independencia de la metrópoli. Previsiblemente, yendo por lana saldrían trasquilados por razones obvias no siendo la menos evidente la apabullante densidad histórica que le reconoce la ONU al pueblo español, reputado en todo el mundo por su singularidad inclusiva. Si bien se mira, resultaría casi surrealista que siendo España madre de veinte naciones no hubiese sido capaz de conformarse históricamente como tal en su matriz territorial. Para la ONU y para la UE, los catalanes no son un pueblo con derechos nacionales específicos sino una población que vive, muy bien y sin yugos, en cuatro provincias españolas y el département francés de Pyrénées-Orientales. Usted, al parecer, domina una doctrina más amplia y actualizada que la de la ONU.

¿Confederación plurinacional, dónde?

Con estos precedentes, temo que lo que propone lo ha sacado de la manga al no existir en parte alguna ¿Podría decirme dónde funciona, o dónde ha funcionado, un estado plurinacional en el contexto político europeo, esto es, una confederación de naciones? Yugoslavia o la URSS -de hecho, confederaciones de naciones- ni siquiera fueron suficientemente fuertes para sobrevivir cuando se desmoronaron los mecanismos de coordinación central. El federalismo solo sirvió a la postre para que las entidades nacionales confederadas, al conservar sus peculiaridades separadoras, se odiaran a muerte. Y esto es lo que antes o después sucedería en España si se implantara la confederación plurinacional que tienen en las entendederas los nacionalistas y la izquierda zombi. Viviríamos de espaldas, como vecinos no como compatriotas que siempre hemos sido, y los elementos comunes -empezando por la lengua española- se combatirían con ensañamiento por los nacionalistas periféricos y se ahondarían artificialmente las diferencias regionales hasta la inevitable y sin duda traumática ruptura. ¡Ah, qué digo, disculpe, retiro lo dicho, olvidaba el pegamento plurinacional de la seducción!

En busca del consenso

Busquemos pues, Íñigo, seducirnos mutuamente. Pero sin besarnos ¡eh! mariconadas, las mínimas. Estoy de acuerdo en que hay que reformar la Constitución española no viendo sin embargo argumento de peso para que sea en el sentido que usted imponga o sugiera. Más democrático me parece que lo decidan todos los españoles ¿Qué le parece si sometemos su propuesta y la mía a un referéndum general? Mi propuesta es la siguiente (la suya la conocemos: un totum revolutum plurinacional como, más o menos, el de la zona euro) Lo más razonable sería que, sin duda, España reformase la Constitución -una anomalía en su entorno histórico, político y cultural- y la homologara, en cuanto a distribución de poder territorial, con las constituciones de Portugal, Francia, e Italia dándole a la periferia y demás regiones españolas lo máximo que dé cualquiera de esas tres constituciones en términos de autogobierno. Toda vez que la Constitución española daría tanto como las otras reunidas nadie podría reprocharle justificadamente a España no tener una Constitución superiormente democrática.

No desesperemos, si no le seduce mi propuesta y desea restringirla al ámbito de decisión catalán quizás podamos llegar a otro tipo de consenso. Tengo de un amigo malagueño la siguiente anécdota. Hace algún tiempo, Antonio Romero, diputado de IU por Málaga, organizó en su pueblo un referendo no vinculante para que los votantes escogiesen entre neoliberalismo y Humanidad. La victoria humanista fue aplastante. Un par de días después, Teodoro León Gross sugirió en su columna del diario Sur que se hiciese otro referéndum eligiendo entre Humanidad y un piso en Roquetas. Propongo un referendo vinculante en Cataluña para elegir entre independencia y 6.000 euros por votante ¿Qué le parece?

*Economista y matemático