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Los mismísimos

El sentido implícito de la exclamación de Cayo Lara en el Congreso, dirigida a Rajoy a propósito de la corrupción politica, es aplicable a otras calamidades de la vida nacional. Verbigracia, estamos hasta los mismísimos... de ver repetirse en la mismísima tribuna las mismas caras e idénticas voces, incluyendo la del líder de IU. Casi ningun partido del arco parlamentario se salva del pozo séptico, y los que tienen en sus filas gente joven, además de limpia, están tardando en darles protagonismo para evitar que la crisis de sus ideologías y conductas sea rentabilizada en exclusiva por el último en saltar al ruedo, cuya representatividad, ya indiscutible, sería catastrofica en la hipótesis de una no descartable mayoría absoluta.

Está creciendo en la población moderada, incluso conservadora, la certeza de que "los de siempre" son incorregibles. Han pasado muchos años insensibles al riesgo del veneno corruptor y ajenos al instinto de cubrir a los convictos con palabrería pseudogarantista que tan solo fomenta la sospecha de una "omertá" encubridora del miedo al conocimiento de otras fazañas. Tal sensación puede ser muy injusta, lo es sin duda, pero las expulsiones acumuladas en los últimos días no redimen los muchos años en que no pasaba nada. Cuando el lobo enseña la oreja suele ser tarde para eludir la dentellada. Y algo habrá que hacer en irrefutable demostración del cambio que avale la voluntad polìtica de pactar y plantar la frontera entre el presente y el futuro de un país que se desarticula a pasos de gigante.

Estamos hasta los mismísimos de que nadie garantice la devolución al todo social de cuanto hasta ahora le fue robado y de lo que aún resta por saber. El castigo a los chorizos no será ejemplar si se limita a ellos mientras se van de rositas los partidos que les dieron plataformas para la estafa. La transparencia y la regeneración serán abstracciones si soslayan un deber subsidiario de restitución que duela de verdad en los comités centrales y les fuerce a seleccionar con lupa a los dirigentes y sus parásitos. Además del vuelco en el liderazgo del PSOE, tendrían que hablar desde otras familias los políticos más capaces de la misma generación, que no han sido encubridores, estén dispuestos a responder contablemente de los "quebrantos" y sean capaces de compartir la emotividad de la mayor parte del electorado, hoy monopolizada por los últimos en escena. Frente a ella se han hecho inútiles las logomaquias de manual, en las que nadie confìa y de las que también estamos hasta los mismisimos.

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