Las últimas cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) han supuesto un bálsamo para el Gobierno: por primera vez, el paro se sitúa en niveles cercanos a los que había cuando Mariano Rajoy llegó a la Moncloa, con aumento del empleo a tiempo completo y disminución del trabajo a tiempo parcial. No obstante, si entramos en detalles, se descubren sombras que arrojan dudas sobre la evolución del mercado laboral.
Por ejemplo, el descenso del paro en el último año se ha sustentado en: la creación de empleo temporal, una bajada sustancial de la población activa (proceso que dura dos años y que se basa en el regreso de extranjeros a sus lugares de origen) y el crecimiento del autoempleo (pero no por un súbito "fervor emprendedor", si no por la necesidad surgida de no encontrar trabajo).
Junto a estos factores, aparecen dos fenómenos más difíciles de corregir: el aumento de los parados de larga duración (casi tres millones y medio de personas, con un perfil de edad avanzada y de complicada adaptación al mercado laboral) y el crecimiento del empleo a tiempo parcial no deseado (si antes de la crisis los empleados de este tipo suponían un tercio, ahora son casi dos terceras partes), lo que deriva en menos horas trabajadas y advierte de la consolidación de un sector de "trabajadores pobres", con empleos que apenas permiten cubrir necesidades básicas.
Ante la acumulación de escándalos y el desprestigio institucional que arrastra el país, la estrategia de Mariano Rajoy para ser reelegido pasaba por una mejora de la economía que se tradujera en crecimiento del empleo. Y se está produciendo pero, como tantas cosas después de la crisis, esta "recuperación" no será como las de antes.
