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El meollo

Xunta y Ence

La Xunta de Feijóo está más alejada de Ence que la Diputación de Louzán, y Ence está más cerca del Gobierno de Rajoy que de la Xunta de Feijóo. Así están posicionados hoy unos y otros sobre el tablero de juego. Por tanto hay que saber la afectación que va a tener la tibieza de la Xunta hacia Ence sobre su continuidad en Lourizán más allá del año 2018. Ahí está el meollo de la cuestión.

A la Xunta de Feijóo, y particularmente a la Consellería de Medio Ambiente de Hernández, le sentó mal, muy mal, el ninguneo y la complicidad de Ence con el Gobierno de Rajoy, y particularmente con el Ministerio de Medio Ambiente de Cañete. Esto fue lo que ocurrió lisa y llanamente entre una y otra.

Ence consiguió así la aprobación de una nueva Ley de Costas que allana el camino para su mantenimiento en la Ría de Pontevedra. La empresa solo podía librar esa batalla en Madrid y no en Santiago; y eso hizo a fin de cuentas con magnífico rédito. Pero tal operación causó un daño colateral en la capital de Galicia, cuya herida aún está cicatrizando. Quizá hubo falta de tacto y algo de prepotencia; pero a lo hecho, pecho.

Ahora viene el paso definitivo de esa singular pugna a cuenta de la aprobación del reglamento de la ley, donde radica el quid del asunto: la letra pequeña que dirá la última palabra sobre el futuro de Ence en Lourizán.

En este otro escenario cuenta mucho la disposición táctica de la Xunta de Feijóo a la hora de emitir su informe al Gobierno de Rajoy. Desplazado Agustín Hernández de la Consellería de Medio Ambiente a la alcaldía de Santiago (una buena noticia para Ence), ahora ha tomado cartas en el asunto el vicepresidente Alfonso Rueda, pontevedrés para más inri.

Rueda Valenzuela ha dado una de cal y otra de arena en su último posicionamiento. A la empresa le ha dicho que entiende pero no comparte sus prisas por zanjar cuanto antes su permanencia, o sea que mejor a modiño. Y a la ciudad le ha recordado que con Ence están en juego muchos y variados intereses, no solo medio ambientales, amén de unos puestos de trabajo nada despreciables. De modo que a buenos entendedores, pocas palabras bastan.

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