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Pedro de Silva

Sonría, maestro

En el fondo casi ningún político se siente contingente, sino necesario (en argot teológico-amanecista). Hay excepciones, claro, como el eurodiputado de UPyD Francisco Sosa Wagner. Fue alto cargo en gobiernos de Felipe González, hasta que se marchó por buenas razones, dejando un testamento pletórico de humor, mordacidad y buen estilo. Tras largos años en su cátedra, sus ensayos y sus literaturas, llegó a la Eurocámara donde ofició con libertad de cátedra política, y ahora se va, me parece, porque no le dejan ser quien es, o sea, un espíritu a la vez comprometido y libre. Yo lo he imaginado siempre como un patricio romano, con la toga color de lana virgen enrollada en el cuerpo y colgándole del brazo. Los admiradores de este mandatario contingente, que antes de convertirse en mandado resigna el cargo, le pediríamos que distienda el gesto y nos regale un nuevo testamento bien humorado.

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