La Xunta ha cedido finalmente a las presiones localistas y se ha llevado para A Coruña todo el legado de las desaparecidas cajas de ahorro. Lo hizo primero ignorando el reparto de sedes de la entidad financiera resultante de la fusión, reparto que la propia Xunta bendijo y rubricó. Durante todo este tiempo ha preferido mirar para otro lado mientras poco a poco se desmantelaban completamente los servicios centrales en la provincia de Pontevedra, que era donde se acordó que estuviese la sede operativa, y se llevaban para la ciudad de A Coruña, donde según el pacto que impuso el propio Feijóo debería estar solo la sede social.

Y ahora lo ha hecho con la fundación resultante de la fusión de las dos cajas. Se supo ayer después de que Manuel Galdo, director xeral de Política Financiera, en la comisión de Economía del Parlamento para anunciar la aprobación de los nuevos estatutos de la fundación.

Según los estatutos de la fundación, ésta tendrá su sede fiscal y social también en A Coruña. En la provincia de Pontevedra queda una supuesta sede institucional sin ningún cometido ni función conocida. Hasta ahora la sede estaba fijada en Santiago, donde en el papel se mantiene una sede de no se sabe qué. Para propiciar un clima de confusión aún mayor en el cual poder perpetrar con comodidad sus planes, hace meses se aprobó una sede también en A Coruña, pero entonces se aseguró que era para una fundación llamada a desaparecer porque era la que estaba previsto que dependiese de las cajas en caso de que estas sobreviviesen.

Se da la circunstancia de que la fundación, de titularidad pública, o sea, de todos los gallegos, se nutre sobremanera de los fondos que le legó la caja con sede en la provincia de Pontevedra, Caixanova, cuya obra social y cultura era mucho mayor que la de Caixa Galicia. La Escuela Hogar o la Escuela de Negocios de Vigo son dos ejemplos conocidos por todos. Pero es mucho más revelador lo ocurrido con las colecciones de arte de una y otra caja. Porque no es solo que la de Caixanova fuese la mayor y más importante de las dos, sino que la entidad en vez de venderla la legó a la fundación, es decir, a Galicia, en tanto en cuanto que la fundación es supuestamente pública. CaixaGalicia, en cambio, vendió su colección de arte junto con la caja, de manera que ahora es propiedad particular de los dueños del banco que la compraron.

Personal de la propia fundación da por hecho que los planes son completar el expolio de todo el patrimonio de las cajas en la provincia de Pontevedra. Aseguran que las trabas que Galdo está poniendo a cualquier solución de futuro para la Escuela de Negocios perseguirían desmantelarla a medio plazo alegando su inviabilidad, tras hacer imposible su rentabilidad. Según las mismas fuentes, esa estrategia se extendería al resto de equipamientos y patrimonio de la fundación en el sur de Galicia, incluida la colección de arte, que al parecer pretenden llevar al Gaias pese a que existe incluso una resolución del parlamento asegurando que no se moverá.