Un cumple discreto y feliz

Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz. Hice la noche del viernes en el cumpleaños de Maximino Keiyzán, que nos sentó como otros años en los comedores con salida al mar del Marina Davila, ahí en la ribera boucense. Había cinco o seis grandes mesas bien pobladas pero yo tuve en la mía la presencia de Dios porque en él creían tanto mi compañero de la izquierda, Paulino Freire, cristiano viejo y Cofrade Mayor nada menos que del Cristo de los Afligidos boucense, como el de la derecha, Rafael Antela, mondaricense, párroco de Barcia de Mera de los nuevos cuadros del Ejército del Padre y organizador de los admirables conciertos clásicos en la iglesia de ese pueblo. Sin salir de mi mesa estaba Boro Lorenzo, que lo veo yo descreído, el psiquiatra Carlos Soneira, que no sé cómo verá lo de Dios preocupado más bien por la sinrazón humana o el poeta Manuel Vilanova, que tiene entre sus libros algunos como "El quinto cáliz o "El Corazón del pan" que ahondan en la vena religiosa así que no sé. Keyzán, que está estupendo de tipo, se movía con donaire entre las mesas celebrando su cumple con la discreción de que gusta. Comimos bien pero estuvimos mejor, y el de Freire me dio doctrina sobre Bouzas, para él la verdadera Tierra Prometida. El vestido de mayor vuelo indumentario, el de Maribel R. Collazo, al fondo. No admitió el homenajeado cántico en su honor alguno.

Un Puerta del Sol ocupada

Para ir al cumpleaños tuve que renunciar a la actuación de la Coral Casablanca, cuya primera parte vi con Chema Cancelo, con el que al acabar estas líneas me voy a Coruña y a su Filmoteca Gallega. ¡Qué magnífica estaba la Puerta del Sol llena de gente y la coral engrandeciéndola con sus voces! Allí vi a un mogollón de amigos como Javier Grande, que había venido de Bouzas al centro mientras yo iba del centro hacia Bouzas, cuyas fiestas él preside.

El ataque semiletárgico

Hoy al levantarme vi junto a mi cama, sorprendido, un plato con restos de comida vegetal (menos mal), un vaso con orla de Rioja y una monda de naranja con cuya intimidad carnosa debí de refrescarme. Tendré que volver a dormir acompañado para que alguien me controle cuando ataco semiinconsciente la nevera. ¡Oh Señor, mándame una mujer hacendosa que vigile mi sueño; bueno, puesto a pedir mándame dos; otra que de cuando en vez me despierte para rezar los misterios gozosos.

Y nuestros investigadores

Y nuestra gente investigadora, inventora, que hay que respaldar hasta el último suspiro. Me entero del ingenio del ingeniero informático Jacobo Rodríguez, que trabaja para la Universidad de Vigo y propone una nueva aplicación que ya está en Apple, para reducir a 20 segundos la operación de pedir una cita al SERGASA. Ahí su web: