Tenía casi 89 años -los cumplía el mes próximo- y hasta hace solo unos días parecía disfrutar de la vida. Ana María Matute, la gran dama fabuladora de las letras españolas y escritora fundamental de la posguerra, falleció ayer en Barcelona, su ciudad natal, tras haber sufrido el pasado 14 de junio una crisis cardiorrespiratoria, y con una última novela casi terminada, "Demonios familiares". "Será inmortal, comoGabriel García Márquez", declaró la editora Carmen Balcells. Escritora admirada y querida a partes iguales, fueron numerosas las personalidades literarias y políticas que lamentaron su muerte.

Académica de la lengua y premio "Cervantes" en 2010, Ana María Matute (Barcelona, 1925) murió cuando tenía ya prácticamente terminada la que será su última y póstuma novela: "Demonios familiares", una historia de "amor y culpabilidad, de traiciones y amistad", que se publicará en septiembre.

Su capilla ardiente se abrirá hoy, a las tres de la tarde, en el tanatorio de Les Corts de Barcelona. El viernes se celebrará una ceremonia religiosa y posteriormente los restos mortales de la escritora serán incinerados.

Matute llevó a las librerías novelas de la dimensión de "Los Abel" (1948), "Pequeño teatro" (1954, premio "Planeta"), "El río" (1973), "Olvidado Rey Gudú "(1996) y "Paraíso inhabitado", su último título. Con "Primera memoria" ganó, en 1959, el premio "Nadal". También obtuvo el premio "Café Gijón" por "Fiesta al Noroeste" en 1952 y después fue reconocida con los premios Nacional de Literatura y de la Crítica por "Los hijos muertos", en 1959.

Y una mujer es la protagonista de la última novela de Matute, "Demonios familiares", una historia de "amor y culpabilidad, de traiciones y amistad", que se publicará en septiembre, según avanzó ayer Ediciones Destino.

A los cinco años recordaba haber escrito ya un relato, su primer cuento. Fue el inicio de una sólida carrera literaria que sufrió un parón con motivo de su separación matrimonial y los problemas para obtener la custodia de su único hijo. Pero regresó y tuvo un año mágico, el de 1996, cuando coincidieron la edición de "Olvidado Rey Gudú", bello cuento de hadas que se convirtió en una de sus obras de más éxito, y su elección como miembro de la Real Academia Española de la lengua para ocupar el sillón "K", institución en la que ingresó dos años después con un discurso que tituló "En el bosque". Se convertía así en la tercera mujer que ocupaba una silla en la RAE.

Siguieron "Aranmanoth" (2000) y "Cuentos de infancia" (2002). En 2008 tuvo que ser hospitalizada a causa de una fractura de tibia y, en 2010, recibió una de las grandes alegrías de su vida como escritora: el premio"Cervantes". "Fue una gran felicidad porque estaba convencida de que no me lo iban a dar", declaró una alegre Matute, varias veces candidata también al premio"Príncipe de Asturias" de las Letras.

Con ella se va uno de los últimos escritores esenciales de los años cuarenta y cincuenta, en especial mujeres, tras la muerte de autoras como Carmen Laforet, Ana María Moix, Esther Tusquets, Carmen Martín Gaite y MercedesSalisachs. En entrevistas declaraba haberse sentido durante toda su vida "un bicho raro". Al ser preguntada por los autores a los que se sentía más próxima, Matute citó a los tres hermanos Goytisolo (José Agustín, Juan yLuis), a MartínGaite y también a Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio yJosefina Aldecoa.

La escritora gallega Marina Mayoral lamentó el fallecimiento de Ana María Matute, y aseguró que "en estos casos" lo que uno piensa es que "queda la obra". Muy acorde a la literatura de la recién fallecida autora, Mayoral ha recordado que Matute "siempre decía que la fantasía era su protección contra sus miedos", y "se contaba historias" para "luchar" contra ellos cuando en su niñez la castigaban en el desván.

El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ha considerado a Matute como "probablemente la figura más emblemática de una generación" enmarcada en la posguerra, lo que la obligó a "enfrentarse a enormes dificultades ambientales en su trabajo creativo". Pese a ello, Ana María Matute "fue capaz de desarrollar una literatura de alta calidad, incluso una cierta literatura hermética con claves a las que llegaba solo el lector avisado en una línea de realismo narrativo".

Su última novela, "Demonios familiares", que verá la luz de forma póstuma, es una historia de amor y culpa ubicada en una pequeña ciudad interior española en el año 1936, la editorial explica que es una narración "al más puro estilo de la autora". La ha dejado "casi finalizada" y, según las mismas fuentes, la escritora había "participado muy ilusionada y animada en los planes de publicación de la obra".