En la selección hay sentimiento de final de temporada, de rebajas y hasta de liquidación. Para ciertos casos también se usa la palabra remate. Sobre todo porque hay varios futbolistas que cambian de club. La Roja actual está en ello. Hoy, contra Australia, es jornada de licencias. Xavi, el gran director de orquesta de la Roja campeona y Villa, el máximo goleador histórico, por edad y exilio voluntario se van a otras ligas. Están en la colina del adiós. Media selección también está agitando el pañuelo de la despedida. Es de mala educación hacerlo a la francesa.

La selección española, que ganaba, era una piña. La que ha perdido tiene forma similar, pero es granada y ha bastado con que un jugador, Xabi Alonso, retirara la espoleta para que la camaradería estallara. El malhumor se ha traducido en miradas de resquemor hacia el jugador del Madrid, tal vez el menos afortunado en el centro del campo, que acusó a sus compañeros de falta de hambre de victoria, de escasez de tensión competitiva. Sólo faltaba que en el entrenamiento del sábado, Cesc Fábregas, con actitud displicente, mostrara su insatisfacción por sus suplencias para que el seleccionador, Vicente del Bosque, que suele ser partidario del diálogo para apaciguar, tomara la sorprendente decisión de quitarle el peto de titular y se lo diera, ¡que perversa casualidad! a Xabi Alonso.

Tras el partido contra Holanda hubo varios futbolistas que dieron la cara. El primero, Iker Casillas, el de actuación menos afortunada. Tras el desgraciado encuentro con Chile los pesos pesados han desaparecido de la circulación y han tenido que salir a dar la cara Raúl Albiol, que se ha mostrado como un bendito quitando hierro a todas las cuestiones que rechinan, y David Silva, quien ha justificado las derrotas diciendo que los adversarios han sido mejores y que ellos no han estado a la altura de las circunstancias. Silva ha sido el primero en vaticinar el relevo de los campeones. El canario ha abanderado el cambio con la llegada de la nueva generación. Ha pronosticado los relevos con el argumento de que cada época requiere nuevos jugadores.

Albiol ha sido suplente sin rechistar y Silva se ha visto fuera de la próxima selección, pero no ha puesto pies en pared, actitud que sí puso de manifiesto Alonso y barco al que parece querer abordar Cesc Fàbregas. En otros casos se justifica el enfado del jugador diciendo que todos quieren jugar y ello les lleva a actitudes a veces incoherentes. Cesc también se ve fuera de La Roja. Ciertamente ha sido jugador polivalente y con quien se ha experimentado esa fórmula a veces maldita del falso 9.

Xavi Hernández se va a una liga del Golfo donde hay dinero y menos exigencias deportivas. También se despide. Casillas aún tiene cierto crédito, pero él mismo ha insinuado la posibilidad de que su futuro no sea el de la titularidad.

Contra Australia sólo hay en juego, como ha dicho Albiol, el honor. Se supone que tanto él como otros que han soportado la suplencia o han tenido apariciones muy esporádicas, desearán dejar buena sensación. Es partido para reivindicaciones. Sería deseable que al regreso, los internacionales se comportaran, como antaño, en forma de piña. Tras la derrota, como ha sucedido con Xabi Alonso, poner pies en pared es hacer el ridículo. No hurguemos más en la herida. Huyamos de la gangrena.