¿Qué relación existe entre el Grial, la copa de la última cena, descubierto en León y el pazo de Castrelos, que alberga el más hermoso parque de Galicia? La pregunta no es la tópica de un presentador en escena, aunque por la disparidad de los contenidos pudiera parecerlo, sino que está justificada.

El nexo de unión es la historiadora Margarita Torres, que desveló el secreto del cáliz, y cuyo segundo apellido es Quiñones de León, es decir, el mismo de la familia que en 1925 donó a la ciudad de Vigo el pazo y parque de Castrelos.

El hallazgo del Grial en León es uno de los acontecimientos que pasan a los anales de la historia con mayúscula. Es cierto que existen al menos una docena de ciudades que reclaman la pertenencia de la copa de la última cena de Cristo. Pero León, capital de la vieja monarquía hispana, figura entre ellas con el derecho que la avalan unos trascendentales documentos hallados en Egipto.

A diferencia de lo que cupiera suponer, el Grial no llegó al Norte cuando los cristianos se refugiaron en Asturias, huyendo de la morisma, como dice Sánchez Albornoz.

En efecto, tras la invasión musulmana los cristianos huyeron con las reliquias, como queda patente por la colección que se guarda en la Cámara Santa ovetense.

La historia del Grial de León es diferente. Llega en el siglo XI, cuando era capital del reino leonés, como presente del califa egipcio al emir de Denia, que se la entrega al rey Fernando para mantener la paz con los taifas árabes.

El Grial ha sido una de las obsesiones de la cristiandad desde las Cruzadas, ha forjado leyendas, ha dado páginas inolvidables a la literatura e inspirado magníficas películas. El Grial es desde la literatura artúrica un argumento inagotable.

El último capítulo lo describe el libro "Los reyes del Grial", que desvela el secreto de la copa sagrada que se venera en León. Es la conclusión del concienzudo trabajo de dos investigadores: Ortega del Río y Margarita Torres.

Cada vez que esta vuelve a Vigo recupera el apellido materno, de Fernando Quiñones de León y Elduayen, marqués de Mos y de Valladares. Grande de España, y propietario del pazo y parque de Castrelos.

Entre otras iniciativas, contribuyó al establecimiento del Tranvía eléctrico de Vigo, del que fue presidente, y cuyo centenario se celebra. Se le puede ver en uno de los cuadros que cuelgan en el Museo.

El ambiente inglés que se respira en el pazo, y en el fantástico jardín botánico que lo rodea, se atribuyen a su gusto británico, y a su esposa, Mariana Cristina de Montagnac Saint Georges White. La inglesa. A ella se debe el trazado de los jardines, como se dijo en el acto inaugural del actual Museo, en julio de 1937.

Por falta de descendientes el pazo, herencia materna, pasó a su padre, el marqués de Alcedo, quedando de usufructuaria la viuda. En 1925, el marqués cedió la nuda propiedad al Ayuntamiento de Vigo, que un lustro después adquiría el usufructo a Mariana White para instalar el Museo.

Como de otros episodios de la historia viguesa, está por escribir la urdimbre de las repercusiones familiares de la muerte del marqués, en 1918.

Dejaba dos hermanas, la condesa de Bañuelos y Antonia Quiñones de León, que por la filantropía del padre para con Vigo, perdieron la herencia. Pero el apellido que da nombre al pazo, al parque y al Museo público pervive.

Lo ha traído a la memoria Margarita Torres Quiñones de León, de la familia de aquel marqués de Mos y Valladares, con ocasión de la conferencia sobre el hallazgo del Grial.

Por una de esas piruetas de la historia, el final del aristócrata que donó el pazo de Castrelos a Vigo y el secreto del hallazgo del Grial de León se dan la mano en Egipto. Allí murió el marqués de Alcedo y apareció el pergamino que desvela el secreto del Grial leonés. Otra Quiñones de León parecía predestinada a ser el punto de convergencia entre ambos.