A Sergio Campos

El eminente entomólogo vigués Luis Iglesias (1895-1976) será el protagonista del Día do Científico Galego. Mezclada la noticia con el ruido mediático de los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo y la abdicación del Rey me vino a las mientes, curiosa carambola mental, Vladímir Nabokov.

Nabokov fue el celebrado autor de Lolita y creo que se le sigue conociendo aún por esta novela. Es menos sabido que fue también especialista en lepidópteros llegando a descubrir dos especies, una lleva su nombre, además de ejercer la entomología en el Museum of Comparative Zoology de Harvard. Hace casi treinta años, leyendo las Selected Letters de Nabokov supe que la mariposa Maniola Jurtina descrita por Linneo la había pintado dos siglos y medio antes El Bosco en "El jardín de las delicias" (circa 1500-1505), concretamente en el "Infierno", hoja de la derecha del tríptico de El Prado. Antes de leer a Nabokov había visto en varias ocasiones la obra pero no reparé en la mariposa.

Sorprendentemente, Nabokov -según propia confesión, alérgico a las alegorías- no le encontró ningún significado simbólico a la representación de la mariposa. De El jardín de las delicias caben múltiples interpretaciones pero no hay prácticamente signo animado en la obra que no sea simbólico, difícilmente la hubiese compuesto situando caprichosamente elementos más o menos surrealistas. Resulta evidente la coherencia que, a pesar de su hermetismo, enlaza cada parte del tríptico. Una de las habituales interpretaciones es que en El Infierno satiriza a la Humanidad, ávida de placeres. Pero el tríptico en conjunto también se ha interpretado como la apología de una secta adamita implantada en uno de los lugares donde vivió el pintor. No obstante, la explicación mejor documentada remite a la crítica del Renacimiento por el mensaje de liberación de costumbres que propugnaba. El Bosco zahiere alusivamente la entrega profana al placer de la música, asociada a la lascivia, fuera del ámbito religioso. El Infierno donde situó la Maniola Jurtina es el "Infierno musical".

Lo novedoso de la obra es que los suplicios son infligidos en medio de lo que a veces llamamos "música del infierno" o insufrible "música del diablo". En el laberinto pictórico, los instrumentos musicales -vinculados al placer de los sentidos- se convierten en gigantescos instrumentos de tortura. Las cuerdas de un harpa simbolizan una telaraña en la que queda atrapado un hombre crucificado. Un personaje se representa sodomizado con una flauta; otro, aparece amarrado con tentáculos al mástil de un laúd cual marino supliciado. Al lado de una zanfona, bajo el laúd se ve un personaje desnudo que tiene tatuada en las nalgas una partitura. Mirando directamente al espectador, en la parte central de la hoja, se sitúa el hombre-árbol (Lucifer, si bien pudiese ser un autorretrato) cubierto con un disco que sirve de pista de baile a diminutos monstruos enloquecidos al calor de una gran gaita con aspecto de alambique. En un concierto demoniaco capaz de volver loco a cualquiera, por todas partes seres de pesadilla transmiten la sensación de ensayar inhumanos ruidos desbarajustados sirviéndose de vihuela/zanfona, tambor, pífano, campana en la que se ha substituido el badajo por una persona, trombón, laúd, etc.

La mejor de las músicas puede ser el peor de los suplicios. En "La naranja mecánica", cuando el sádico clown Alex DeLarge cae en manos de una de sus víctimas esta le pregunta con aparentado candor "¿Cuál es tu música preferida?" Alex, creyendo encontrarse bajo el techo de un protector, responde "La Novena de Beethoven". El "protector" lo encierra en una habitación del último piso con la Novena a todo volumen y el clown acaba tirándose por la ventana. Desde luego, como suplicio, El Bosco no pudo encontrarlo mejor porque el mayor dolor, y el mayor placer, residen en el cerebro via oído.

El Infierno musical refleja algunos pecados de la Humanidad pero no los suplicios de las Tinieblas pues los que se exponen son más o menos los castigos corporales que infligía la justicia de la época. Esa exposición cruda de las debilidades humanas subyugó a Felipe II. Consideraba que el Infierno retrata a los hombres tal como realmente son y lo contempló desde la cama hasta su último suspiro. Me gustaría saber si, en la línea del Rey Prudente, el que acaba de abdicar y el que le sucede valoran especialmente algún libro u obra de arte. Y el porqué.

Es difícil encontrarle interpretación definitiva a la presencia de la Maniola Jurtina en El infierno musical -en realidad, solo están pintadas las alas substituyendo las de un pájaro- tan amplia es la gama simbólica de las mariposas en la cultura occidental aunque generalmente relacionada con el alma de los muertos o con el diablo y las brujas por la capacidad de estas para desencadenar a voluntad su propia metamorfosis. Pero es natural suponer que si existiese hoy un genio de la talla de El Bosco tendría abundantes temas de inspiración a partir del insufrible ruido mediático que genera la política en España, desde la traca fallera de los partidos mayoritarios -corruptos, pusilánimes, y sonados- hasta el trompeteo cansinamente recurrente de tertulianos y columnistas que tentados por el terrorismo dialéctico, cuando no por el otro, invariablemente pergeñan el mismo panfleto radical-hispanófobo semana tras semana. Cuestión aparte es la reciente contribución al totum revolutum mediático de telepredicadores que con desparpajo neo-trotskista asumen por igual la portavocía de gamberros, yayoflautas, desahuciados, republicanos, kaleborrokas, parados o separatistas. Yo escuché afirmar a una telepredicadora que Franco había matado a la mitad de los españoles, encarcelado otra mitad y otra mitad se había exiliado. Efectivamente, El Bosco tendría donde inspirarse.

*Economista y matemático