El depósito oficial de escombros y barreduras estaba ubicado hace cincuenta años en la zona sur de Pasarón, entre unas fincas colindantes y un gran relleno de nuevo cuño. Los pontevedreses podían acudir allí directamente para tirar los objetos caducos e inservibles. En caso de hacerlo en otros lugares corrían el riesgo de resultar multados.

El servicio de recogida de basura en el caso urbano se realizaba en horario de mañana. Cada vivienda tenía que depositar su basura en el portal dentro de un cubo con tapa o bajar el recipiente cuando los miembros del servicio anunciaban su paso de forma ruidosa.

Tan solo dos camiones de tamaño medio y una flotilla de motocarros componían su servicio de transporte. La corporación municipal, con el alcalde Filgueira al frente, estaba principalmente empeñada en mejorar sus dispositivos materiales para tratar de conseguir que la recogida se llevara a cabo con una mayor rapidez y efectividad.

El Ayuntamiento tenía entonces una seria preocupación por su deficiente servicio de recogida de basura en el casco urbano, que estaba municipalizado. La privatización tardó en llegar algún tiempo.

Fruto de ese interés por reordenar sus actividades y mejorar sus prestaciones fue la realización por su Oficina de Vías del estudio más completo hecho nunca sobre dicha materia.

Aquel estudio puso de relieve, por ejemplo, que cada pontevedrés generaba medio kilo de basura diaria, casi un tercio menos de lo que produce hoy en día. Una población de 35.000 habitantes se deshacía de quince toneladas y media al día en la ciudad.

Horarios, trayectos, viajes, recogidas y volúmenes, todo se analizó con detenimiento en aquel meritorio trabajo. Sus interesantes conclusiones resultaron de gran ayuda a la corporación municipal para tomar medidas inmediatas sobre el servicio y su operatividad.