La llegada de un nuevo período vacacional trajo consigo un nuevo incremento del precio de las gasolinas. Ante esta situación a los ciudadanos no nos queda otra que resignarnos aunque deberíamos estar contentos, ya que éste fue suave y menor que en otras ocasiones. El pasado 16 de abril la Consellería de Facenda, en un acertado ejercicio de transparencia, presentó un informe donde se constata que el precio del gasóleo antes de impuestos en Galicia era el más elevado de España, a pesar de tener una de las ocho refinerías operativas en la península, y que las cuatro provincias gallegas están entre las seis más caras del Estado. Paralelamente, el Consello Galego da Competencia, al analizar la evolución de los precios, detecta problemas de concentración en el mercado de distribución minorista.

La repercusión negativa que este incremento supone tanto en las empresas y autónomos como en las familias es considerable. Aquellas empresas donde la logística o el transporte influye en su actividad el impacto directo que sufren es un incremento de sus costes. Por otro lado, las familias gallegas tienen que hacer frente a un mayor gasto en comparación con otras comunidades autónomas, debido no solo al efecto directo que supone el alza de precios de las gasolinas, sino también al efecto indirecto que se produce cuando las empresas trasladan al precio final de un producto el mayor coste logístico y de transporte.

Esta incidencia es especialmente preocupante en una comunidad autónoma como la gallega. Por un lado, hay que tener en cuenta que la ganancia media por trabajador en Galicia a lo largo de los últimos años se sitúa por debajo de la media estatal, aproximadamente un 12% inferior, siendo la tercera comunidad autónoma con el importe más reducido.

Por otra parte, y dado el predominio del transporte de mercancías por carretera, el coste indirecto para los hogares es significativo ya que Galicia no sólo está situada geográficamente en la periferia y por tanto alejada de importantes centros de distribución, sino que también presenta una elevada dispersión poblacional.

Mientras no se aporten las medidas necesarias dirigidas a promover una mayor competencia en el sector y a abaratar los precios, sería conveniente tomar alguna decisión a corto plazo que alivie algo la maltrecha situación de los hogares gallegos. Entre ellas, hay expertos que consideran que se podría recortar temporalmente el tramo de tributación autonómica e impulsar el montaje de establecimientos "low cost".

Economista