A los personajes prefiero verlos en los espejos en los que se reflejan: en lo que se escribe de ellos. A fin de cuentas un personaje es eso, el modo como se le ve. Me quedo con dos reflejos: el de Guillermo García Alcalde ("Los artistas como Gabriel García Márquez tiran del carro de la especie, la explican y mejoran") y el de Juan Luis Cebrián, a propósito de la fascinación literaria de García Márquez por las dictaduras. La novela suya que más he degustado es "El otoño del patriarca", quizás porque en ella esa concupiscencia adquiere una insufrible lascivia casi necrófila. Su pasión hacia Fidel sería de la misma naturaleza, pero Fidel le ha sobrevivido. Tirar del carro de la especie es, ante todo, contarle y enfrentarla a sus verdades, y entre ellas está la búsqueda regresiva del padre primordial, el viejo Saturno, que de cuando en cuando la gente ve encarnado en un ominoso dictador.