El protagonismo de la catedral en la vida de la ciudad es grande, más en el pasado pero también hoy todos los desfiles procesionales parten o pasan por la basílica ourensana, como veremos, pero sobre todo era desde el punto de vista litúrgico donde la catedral era y es centro. El Ceremonial de la Catedral libro manuscrito del siglo XIX ( Se conserva en el Archivo de la catedral y debe de ser obra del deán Juan Manuel Bedoya) que recoge los usos y costumbres vigentes de siglos nos proporciona interesantes noticias que vamos a ofrecer resumidamente.

Naturalmente el obispo presidía y solemnizaba toda la liturgia. Algunas ceremonias, como la Misa Crismal eran exclusivas de él, por lo que en las vacantes había que llevar a una diócesis cercana las ánforas para que allí fuesen consagrados los óleos como traían a Ourense desde Lugo, Tui o Santiago las de aquellos obispados en caso de no tener obispo o estar impedido.

Veamos pues alguna de estas celebraciones litúrgicas de la catedral, que hemos de recordar con el coro en medio de la nave, y por tanto no con demasiado espacio para los fieles que procuraban lograr un puesto adecuado con mucho tiempo de antelación en un momento en el que el tiempo cotizaba a la baja.

La Procesión del Perdón

Muy curiosa era la Procesión llamada del Pendón, que también se celebraba en otras catedrales, también llamada de Vexilla, por el Vexilla Regis, un canto de exaltación de la Cruz. En la catedral de Murcia por ejemplo se documenta que la procesión finalizaba en el altar mayor, donde el deán ondeaba un pendón negro con una cruz de color rojo en el centro que colgaba de una vara, con una pequeña cruz negra en su extremo, igual prácticamente que en Ourense. Se celebraba el sábado anterior a la Pasión. Antes de comenzar las Vísperas se cubría con un gran velo o cortinón el retablo del altar mayor y todas las cruces e imágenes de la catedral, que así permanecían hasta el Gloria del Sábado Santo, costumbre que estuvo vigente hasta las reformas del Concilio Vaticano II. El retablo conservó hasta la última restauración la barra de hierro de la que se colgaba este velo, que se renovó varias veces.

En ese momento el obispo, si asistía y los canónigos se cubrían la cabeza con la capucha de la muceta, y el obispo o el deán en su defecto cogían en las manos "la bandera o pendón de Damasco o tafetán negro en que hay una gran Cruz encarnada bordada de oro (se conserva en el Archivo y su fotografía acompaña estas líneas), tomando las puntas de sus extremidades el Deán y Chantre o los que le siguen por antigüedad" se entonaba el verso "Vexilla regis" formándose entonces la procesión saliendo de dos en dos por orden de precedencia, cubiertas las cabezas con la muceta, bonete en mano y "tendidas las faldas por el suelo que ha debido barrerse de antemano". La procesión va del coro a la capilla mayor y saliendo de allí da la vuelta al deambulatorio para volver a la capilla y al coro. Se continuaba cantando el himno y tras el Magnifica todos cubiertos acababan en la sacristía cantando el Miserere. "Este vexillo o pendón según la práctica de otras iglesias queda estos 15 días hasta el sábado santo desplegado ante el velo del Altar Mayor en reverencia de la Cruz como trofeo de nuestra redención."

El Domingo de Ramos

Con meticulosidad el Ceremonial de la catedral describe los ritos de la bendición de Ramos, que se hacía en la capilla mayor de la catedral y luego la distribución jerárquica de los mismos y la procesión que "se hace en la forma ordinaria y van todos con los ramos o palmas en las manos y va fuera de la Iglesia, y sale por la puerta que está en la Nave de Nuestra Señora y bajando por las escaleras de aquel patio va por la calle que está debajo de la Iglesia y sube por la calle de las tiendas derecha a la misma iglesia". Una muy antigua fotografía del siglo XIX recoge esta procesión con una nutrida concurrencia y con el numeroso clero catedralicio, cantores y seminaristas formando un vistoso cortejo. Curiosa era la ceremonia tenida al llegar a la Iglesia: "Llegada la Procesión a la puerta de la Iglesia entran dentro tres o cuatro cantores y la cierran y dentro de cara para ella cantan aquellos versos o parte de ellos "Gloria Laus, honor" & Responden los de fuera a cada dos versos. Luego el que lleva la Cruz o por mejor decir el subdiácono toca con el bordón de dicha Cruz en la puerta y se abre y la Procesión entra en la Iglesia cantando el respondo Ingrediente Domino y entrando los prebendados con la Procesión por la Capilla de Santa Eufemia se van al coro?"

Luego se tenía el sermón "y no suele predicar más de tres cuartos de hora a lo más por los oficios largos". El canto solemnísimo de la Pasión tenía también mucha importancia.

Jueves Santo

Especial interés despertó siempre el Jueves Santo y hoy sigue siendo una celebración muy atractiva. El ceremonial comienza señalando para el Jueves Santo la prevención que debían tener los curas de Santa Eufemia de las ampollas de los Santos Óleos que de víspera llevaban al Palacio Episcopal porque corría a cuenta del obispo el llenarlas "de aceite el mejor y más puro que se pudiere hallar". Se colocaban en la capilla de San Juan y de allí se traían cuando lo requería el rito durante la Misa Crismal. La bendición de los óleos se realizaba entre el coro y el presbiterio y al final de la misa de consagración de los óleos se reservaba el Sacramento en el Monumento o Sepulcro, altar con mucho adorno de luces y alegorías que es objeto de renovados encargos a artistas y un elemento muy sobresaliente de la Semana Santa. Estos ritos totalmente cambiados con el paso del tiempo ocupaban toda la mañana y en ellos participaba todo el abundante clero catedralicio con ricos ornamentos. Si a esto añadimos la Música cuidada que se interpretaba, debía de ser un espectáculo sorprendente.

Por la tarde después de comer, delante del Monumento el obispo lavaba los pies a trece pobres a los que se daba también una limosna. Como hoy atraía a muchos curiosos y se conservan en el Archivo Diocesano cientos de instancias para formar parte del "Apostolado" aduciendo necesidad y pobreza ya que además de la limosna que recibían se les proporcionaba un traje adecuado para la ceremonia. Una vez realizado este acto comenzaba el Sermón del Mandato, es decir el Sermón en el que se glosaba el Mandamiento nuevo de amarse unos a otros a ejemplo de Jesús.

Las ánforas de los óleos

El año 1866 toma el acuerdo de realizarlas, empleando para ellas la plata de las anteriores y otros objetos del mismo metal que tenían poco uso o estaban deteriorados. El platero que recibe el encargo es Carlos Rodríguez del que poco se ha investigado. Dentro de un estilo que podríamos considerar todavía neoclásico, realiza con sencillez los tres recipientes, sin apenas elementos decorativos y confiando sus valores estéticos a la limpieza de las formas. Son las tres idénticas: Sobre una base circular con sucesivas molduras que culminan en un pequeño cuello, se asienta el cuerpo abombado ovoide de las mismas, con una moldura en la mitad, que además de ser elegante sería precisa para la conveniente fabricación de las mismas. De la parte superior parte un cuello cilíndrico estrecho cuya boca se cierra con una tapa que se enrosca, semiesférica y un pequeño peón. Dos elegantes asas, del cuello a la parte superior del cuerpo, permiten asirlas convenientemente y añaden un elemento estético enriquecedor del sobrio planteamiento de las ánforas. Siendo las tres iguales una letra las diferencia señalando el destino de las mismas. Para el santo Crisma una Cruz, una "O" para el óleo de los Catecúmenos y una "F" para el oleo de los Enfermos.

Domingo de pascua

En el capítulo XXIII del Ceremonial se describe lo relacionado con "La procesión que se hace el día de Pascua de flores en la Resurrección al amanecer". Y señala "este día sale la Procesión con el Sacramento descubierto por las calles al amanecer y se ordena de esta suerte. A las dos de la noche se tocan las Campanas a Maitines.". Tras señalar detalles de ornamentos y luego se dice: "esperan a que los Mayordomos de la Cofradía de Santa María Madre vengan con hachas encendidas para alumbrar a los canónigos y pedirles vayan a acompañar a la Virgen con la música y van a aquella iglesia y vienen en procesión con la imagen cantando el "Regina Coeli". Cuando llegan a la catedral se exponía el Santísimo en la capilla mayor y luego bajo palio salía la procesión por la Puerta del Santo Cristo, y yendo por la calle de las tiendas regresaba a la catedral. En esta procesión se hacía el encuentro de la Virgen con la Eucaristía rememorando el encuentro de María con el Resucitado la mañana de Pascua. Costumbre que con diversos cambios ha pervivido hasta hoy realizándose el encuentro entre la Imagen de Santa María Madre y la representación del Resucitado en su Capilla del deambulatorio, obra de Castro Canseco. Con procesión luego de la Virgen hasta su Iglesia con la presencia de la ciudad corporativamente. Nada consta en el Ceremonial sobre la despedida que se hacen las dos corporaciones que se interpreta como una especie de desencuentro cuando en realidad no fue quizá más que una cortesía.

*Delegado de patrimonio de la diócesis y archivero de la catedral