Tradicionalmente se atribuyó el origen de Vigo a un pequeño asentamiento romano, a orillas del mar, identificado como Vicus Spacorum, aunque estudios recientes lo cuestionan y se inclinan por otro asentamiento más importante que pudo conocerse como Burbian. En cualquier caso, no es necesario remontarse a tan lejanos orígenes para buscar un punto de referencia que permita calibrar el singular desarrollo alcanzado por nuestra ciudad. Bastaría recordar que la que hoy es primera ciudad de Galicia hace poco más de un siglo en el ranking de las poblaciones gallegas aparecía -por no decir desaparecía- detrás de A Estrada.

El cénit de su explosivo crecimiento se produce a mediados del siglo pasado, al liderar en términos relativos al de toda Europa. Y los grandes eventos raramente, o tal vez nunca, se dan por pura casualidad, sino que hay causas y circunstancias que los impulsan y fomentan. Como en el caso de Vigo no me cabe duda de que tales circunstancias las generó el padre mar traigo a colación la bucólica leyenda que considera que las rías gallegas son huellas de los dedos de Dios que, tras hacer el mundo, descansó apoyando su mano en esta zona. Con o sin leyenda, la primera deuda contraída por Vigo es con la Madre Naturaleza que le ofreció el incomparable marco que asombró a Jovellanos y añadió a su belleza un puerto de aguas tranquilas y protegido por las Islas Cíes -firme candidato a Patrimonio de la Humanidad-, con magníficos calados que permiten que los mayores buques del mundo se acoden a sus muelles.

Sí, Vigo y su mar que ha sido y sigue siendo el inagotable combustible para el motor que transformó un pequeño burgo marinero hasta convertirlo en el primer puerto pesquero de Europa -¿del mundo?- con industrias conserveras, astilleros, tráfico de contenedores, etc.... y, en definitiva, concedió a Vigo el rol de El Dorado para miles de gallegos y de otras regiones, en una inmigración que capitaneamos los ourensanos, conformando una población que aunque el censo se resista a admitir los trescientos mil es realmente muy superior, ya que miles de residentes siguen censados en sus lugares de origen. Y sin contar a los de Chapela y a los que "viven" en Vigo y pernoctan en los aledaños.

Este boom siguió creciendo e incorporando otras ramas productivas, formando un importante tejido industrial de amplio marco y entre las que nítidamente destaca la factoría automovilística de Citroën con su red de industrias auxiliares. Al constatar esta realidad se aviva el dolor por la desaparición de la señera industria cerámica gestionada por el Grupo Álvarez. ¿Y Pescanova?

Pero este espectacular desarrollo no fue un camino de rosas, ya que hubo y sigue habiendo muchos obstáculos, tanto de índole endógeno como exógeno. En el primer grupo hay que señalar a las deficiencias de gestión y al irracional y sempiterno enfrentamiento de facciones partidistas que, incapaces de priorizar el bien general, remedan tristemente al perro del hortelano que no come ni deja comer. Un rayo de esperanza con la actitud de los dos grandes partidos políticos en relación a los presupuestos. ¡Ya era hora!

En cuanto a las aportaciones externas, Vigo tiene fundadas razones para sentirse mal tratado, como se ejemplarizó recientemente con la inicua actitud ministerial que le privó de la condición de puerto nodal o con la discriminación que en materia de subvenciones ningunea al aeropuerto de Peinador.

Sin salirnos del ámbito marítimo, hay que registrar que el pasado año hemos perdido la hegemonía regional en tráfico de cruceros, porque un buen número de ellos optó por A Coruña. Parece ser que vamos a recuperar el liderato gracias a la máxima de "Divide y vencerás", ya que Ferrol arrebata a A Coruña parte de sus escalas. Siendo así, la génesis de nuestra recuperación no debiera dejarnos satisfechos, puesto que no se mejora el flujo de cruceros y, afortunadamente, parece ser que así lo ha entendido el Presidente del Puerto porque el Sr. López Chaves se disponer a visitar varios foros internacionales para promocionar nuestras posibilidades. Ojalá le acompañe el éxito como ya viene sucediendo con el movimiento de carga general gracias a una callada y eficaz labor no siempre asistida de la colaboración que podría y debiera prestársele para coronar objetivos y reforzar los naturales lazos de Vigo y su mar.

Cuando parece atisbarse luz al final del túnel de la crisis, el mar, otra vez su mar, -pesca, astilleros, contenedores...- vuelve a tomar protagonismo testimoniando su innegable condición de máximo catalizador de la ciudad olívica, siempre abrazada por las ondas que cantó Martín Códax. Las ondas del mar de Vigo.