Cada vez que se habla de fusión de ayuntamientos a la mayoría de nuestros políticos se le ponen los pelos como escarpias, y ya no digamos a nuestros alcaldes que han preferido que se aprobase la mal llamada Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local que pretende desapoderar a los ayuntamientos trasladando sus competencias a Diputaciones y Comunidades Autónomas pero manteniendo sus puestos, antes que reivindicar otro sistema que hiciera que los servicios quedasen en el ámbito municipal, con el centro decisor mucho más cerca del ciudadano y sometido a su refrendo en las urnas, aunque ello conllevase la reducción de alcaldías.

En España hay 8.117 ayuntamientos de los cuales el 60% tienen menos de 1.000 habitantes, pero es que casi el 80% de éstos no llegan a los 500 y nada menos que 470, es decir, 1 de cada 20 del total nacional, ni siquiera juntan 50 vecinos, pero la Ley de reforma local, por las presiones ejercidas, no toca la planta municipal. ¿Es esto racional y sostenible en pleno Siglo XXI?.

En nuestro país hay dos concepciones distintas de municipios: aquella más extendida según la cual cada pueblo tiene su propio ayuntamiento, aunque con las peculiaridades también corrientes de las llamadas pedanías, y aquella otra propia de Galicia y Asturias en la cual lo que define al municipio es su territorio, de forma que todas las unidades de población que entren dentro del mismo pertenecerán a un único ayuntamiento.

En el caso de Galicia, ésta cuenta con 314 ayuntamientos con una media de población, quitando las 7 ciudades, de 5.778 habitantes, muy por encima de los 2.767 de media que tiene España descontando las capitales de provincia y ciudades de más de 50.000 habitantes, mientras que la vecina Castilla y León con 240.000 habitantes menos que Galicia cuenta con 2.249 ayuntamientos con una media de 627 habitantes cada uno, precisamente por ser la mayor exponente del sistema de un pueblo un ayuntamiento. Galicia cuenta prácticamente con la mitad de las unidades de población españolas, aunque si nos referimos solamente a las de más de 50 habitantes tiene 10.246, y no voy a decir que si las provincias gallegas pertenecieran a Castilla y León todas serían ayuntamientos pero lo que sí es seguro es que las que son perfectamente homologables con cualquier municipio del resto de España son las parroquias, que tienen un núcleo principal y otras entidades de población de forma muy similar a las capitales municipales y pedanías del resto el país. Pues bien, en Galicia hay 3.772 parroquias, por lo que si se aplicasen aquí los criterios generales de la actual planta municipal supondría multiplicar por 10 el actual número de ayuntamientos gallegos, lo cual sería una barbaridad cuando, a pesar de haber realizado la última fusión, la de Oza y Cesuras, es necesario seguir profundizando en ellas, porque aunque sólo 25 municipios tienen menos de 1.000 habitantes sin embargo 200 de los 314 no llegan a los 5.000.

Es evidente que Galicia, junto con Asturias, es un modelo práctico de funcionamiento de ayuntamientos fusionados pues desde 314 alcaldías se administran nada menos que 30.196 entidades de población de las cuales 10.246 pueden catalogarse como pueblos, villas e, incluso, ciudades, y de esto y no de otra cosa es de lo que se trata. Seguramente desde otras Comunidades se pueda argumentar que aunque en Galicia la población está muy diseminada los núcleos están muy cerca unos de otros mientras que en otras regiones habría que recorrer grandes distancias para conformar un ayuntamiento más grande, pues bien aquí está A Fonsagrada con más de 438 Km², o Quiroga, Lalín, Lugo y Vilalba con más de 300 Km². También se dirá que en algunas zonas sería necesario juntar muchos pequeños ayuntamientos, pero es que en Galicia está A Estrada con 458 unidades de población, o incluso Vigo con 300, con lo que son argumentos que no aguantan la comparativa.

Por ello creo que sería muy interesante que las autoridades locales gallegas asumieran esa peculiaridad de estar al frente de un modelo de ayuntamientos fusionados del que seguramente no son conscientes y que esto se incorpore a la marca Galicia, que además de referirse a cuestiones promocionales también enseñe otra forma de administrar los intereses más cercanos a la población, desde otra concepción mucho más racional y sostenible que la actual planta municipal y que generaría un gran beneficio al resto del país si se hiciera la pedagogía oportuna y se arbitrasen los mecanismos adecuados para conseguir que se llegase a una fusión no traumática de ayuntamientos.

*Secretario de Administración Local