Durante las últimas semanas se ha reavivado en nuestra comarca el eterno debate respecto a la necesidad de incluir o no la asignatura de religión en el currículum escolar.

Al hilo de la cuestión han emergido diferentes puntos de vista todos ellos respetables a mi modo de ver. Uno de los argumentos esgrimidos por los defensores de la inclusión de la enseñanza religiosa en el currículum oficial es la posibilidad que la religión ofrece de trabajar contenidos de tipo personal relacionados con la reflexión sobra la propia existencia, los valores y principios...

En mi opinión este argumento carece de fundamento puesto que la educación en valores no es exclusiva de la enseñanza religiosa. ¿Acaso las personas que no profesan ninguna religión carecen por ello de valores o principios? La religión es una opción personal, no una condición sine qua non para ser un individuo íntegro.

Aunque a muchos les pese, la formación en valores y principios democráticos no es exclusiva de la asignatura de religión o de otras alternativas como fue el caso de Educación para la ciudadanía sino que se trata de aspectos que pueden y deben tratarse en todas las áreas y actividades programadas por el centro. Son muchos los modos en que se puede abordar este tipo de formación y tanto en el entorno educativo como por supuesto en el familiar se nos ofrecen a diario múltiples oportunidades para educar en valores y formar personas sin necesidad de vincular dicha enseñanza al ámbito religioso. Se trata tan solo de aprovechar dichas situaciones para educar en lugar de mirar para otro lado.

Por ello, considero que asignar a la asignatura de religión la exclusividad del desarrollo del individuo en su ámbito más personal o trascendental es dotarla de un poder que en absoluto posee. Existen muchos caminos para acercarse al bienestar personal, permítannos ustedes escoger el que más nos convenza.

Volviendo al contexto educativo, existen algunos centros educativos de carácter privado o concertado en los que desde hace bastantes años se ha suprimido la asignatura de religión y se ha otorgado mayor protagonismo a materias tan interesantes a nivel pedagógico como la dramatización o la inteligencia emocional que favorecen el pleno desarrollo del individuo y que se han erigido como uno de los modelos educativos que mejor responde a las necesidades de la sociedad del Siglo XXI. Por otra parte, y aunque se trate de una excepción, el caso de la vecina Francia es, a mi modo de ver, un buen ejemplo de cómo articular con éxito un sistema educativo público realmente laico a través de la aplicación del principio de "laicidad escolar" vigente desde el año 1905.

Por último quisiera concluir explicando que no es mi intención desprestigiar el valor que para muchas personas pueda tener la formación religiosa en su crecimiento personal sino simplemente puntualizar que este tipo de formación pertenece al ámbito de la elección personal y como tal debería situarse en el campo de la educación no formal.

*Vecino de Xaxán