Hay que reconocer, frente a esos líderes europeos tan pusilánimes cuando se trata de plantarle cara a Estados Unidos, la valentía de la comisaria de Justicia, Viviane Reding, en la defensa del derecho a la protección de los datos de los ciudadanos europeos.

Entrevistada por el semanario Der Spiegel tras la visita de Barack Obama a la capital comunitaria, Reding le reclama al presidente demócrata no sólo "bellos discursos", sino hechos, es decir reformas legislativas que acaben con la discriminación de los europeos en esa materia.

"Exijo igualdad de trato, y es algo en lo que no pienso ceder. Europa no es una colonia (norteamericana)", dice la también vicepresidenta de la Comisión, refiriéndose al hecho de que mientras que un estadounidense residente en Europa puede defenderse en todo momento jurídicamente, ello no ocurre si se trata de europeos que viven en Estados Unidos.

Otro tema que está obstaculizando la firma de un acuerdo entre Washington y Bruselas para regular el intercambio de datos personales entre los dos bloques económicos es el bautizado en inglés con el nombre falsamente tranquilizador de "Safe Haven" (Puerto Seguro), que de "seguro" parece tener muy poco.

Las agencias de espionaje de Estados Unidos, como la NSA (Agencia Nacional de Seguridad), se están apropiando indebidamente de datos europeos, y lo mismo ocurre con empresas como Google, Facebook y otras, que, en opinión de Reding, se están aprovechando de la inexistencia en Europa de una legislación común.

En Francia, la Comisión Nacional de Informática y Libertades multó a Google por negarse a comunicarle el uso que hacía de los datos personales de los internautas, a establecer además un plazo máximo de conservación y por haber desatendido otras exigencias sobre el uso publicitario de los llamados "cookies".

Pero la multa fue sólo de 150.000 euros, cantidad de la que la multinacional no pudo sino reírse, en opinión de la comisaria. De aprobarse el proyecto de ley que estudia la Comisión, la multa equivaldría a hasta un 2 por ciento de la facturación anual, lo que en ese caso habrían sido más de mil millones de dólares.

Ahora bien, el proyecto presentado por Reding fue incomprensiblemente frenado por el propio Consejo Europeo, y muy especialmente por Alemania, a cuyo gobierno la comisaria luxemburguesa acusa de no haberle explicado por qué se niega a aceptar ese texto.

El hecho es que las oficinas alemanas de empadronamiento venden datos de los ciudadanos al sector privado, algo que se convertiría en ilegal de aprobarse el proyecto de ley preparado por la Comisión para toda Europa.

Mientras tanto, la prensa más combativa en tan grave tema hace diariamente nuevas revelaciones sobre el espionaje masivo al que Estados Unidos y los servicios secretos de sus mayores aliados en esas tareas, los británicos, someten a ciudadanos y gobernantes de todo el mundo sin que exista la mínima sospecha de comisión de un delito.

Muchos líderes europeos, también los nuestros, han optado por mirar para otro lado, haciendo creer que la cosa no iba con ellos. Y es que ¿nos resignamos realmente a ser una colonia?