Lunes, 7/04/2014, este diario editó una columna de X.L Méndez Ferrín -"Cartas ao director"- exponiendo brillantemente, en primera instancia al menos, la importancia de la sección "Cartas al director" de la prensa en general. Según Méndez Ferrín -buenísima persona de generosidad simpar y alma poética y nobilísima, otras consideraciones aparte- el lector representativo de esa sección es agudo y "experiente". No encontré "experiente" en el diccionario galego/español -sí encontré "experto" y "experimentado"- pero el viejo Azevedo portugués/francés me sacó de dudas.

Los lectores experimentados -prosigue- saben distinguir lúcidamente entre las cartas pata negra y las de abajofirmantes que escriben siguiendo el patrón de la "seita" (secta) en la que militan. No es culpa de Méndez Ferrín, que se atiene a la normativa, pero me araña el oído el chirrido que produce "seita", lusismo normalizado metido con calzador, siendo la primera y habitual acepción "pieza del arado". Con o sin chirrido, la lectura de los maestros es enriquecedora, siempre aprendemos algo -yo, sin ir más lejos, portugués- aunque se empeñen en poner a prueba nuestra paciencia llevándonos por despeñaderos que no conducen a parte alguna. Las montañas, deben pensar, se comunican por las cumbres.

Cumbre emergente en el amanecer parece ser, en opinión de Méndez Ferrín, una señora o señorita -cuyo nombre olvidé- a tenor de la correspondencia de la susodicha leída en varios periódicos por el fogueado articulista que califica "reveladora de un espíritu cultivado y muy crítico". Ese mismo día, confiando en el docto diagnóstico, busqué en Google las señeras cartas de la recomendada perla rara encontrando, en efecto, varias en DiariodeFerrol.com. Con leer la primera de la lista -"Sargadelos e a nazón de Breogán", 3/04/2014- tuve suficiente: refrito caricaturesco hasta la indigestión de lugares comunes de progre independentista. Estoy convencido que alguien normal y corriente tendría muchísima dificultad, incluso entrenándose, en dejar constancia de tantas memeces, desorden cognitivo, fanatismo, incultura, incapacidad analítica, infantilismo político de manual, odio antiespañol y aldeana petulancia como la que exhibe la autora de "Sargadelos?". Todo ello debería haberme llevado a pasar página y a otra cosa, mariposa.

Pero no voy a tragar. Lo que postulaba la señora o señorita en su carta, que Méndez Ferrín ampara con proverbial generosidad, choca sin la mínima frenada matizada contra lo que algunos llevamos opinando desde hace tiempo en este periódico. Diré más. Los nacionalistas cultos, críticos, inteligentes y abiertos de espíritu no suscribirían, salvo a desclasarse intelectualmente, semejante panfleto. Pienso, entre otros, en Francisco Calo Lourido, flagelo de zotes, corajudo autor del notable libro "Os celtas. Unha (re)visión dende Galicia".

Principia la carta con una superficial referencia al manido "Tristes trópicos" de Lévi-Strauss para justificar la necesidad de los pueblos en mantener vivos sus mitos. En Galicia, concretamente, el de Breogán, el del rey García, el del mariscal Pardo de Cela y, no podía faltar, la batalla de Medulio entre el pueblo gallego, así lo afirma, con un par, y el imperio romano invasor. Colmo del disparate, endosa al centralismo mesetario la culpa de que en Galicia los niños no canten en clase diariamente el himno gallego.

Sucede que, tratándose de mitos occidentales, enlaces obligatorios, pero no únicos, son "The Golden Bough", Frazer, o "Les dieux souverains des Indo-Européens", Dumézil. No obstante, si se prefiere Lévi-Strauss la referencia pertinente no es "Tristes Tropiques" sino los capítulos IX y X de "Anthropologie structurale". De la aplicación de su lectura se deduce, por ejemplo, que el ecologismo amalgama diferentes paquetes de relaciones para constituir el mito del entorno apelando, por este orden, a mitos cosmogónicos antiguos, modernos y contemporáneos: la Edad de oro, la decadencia, el posmodernismo, la regeneración y el Porvenir radiante. Exactamente como el nacionalismo, substituyendo Porvenir radiante por Independencia cuando se desembarace la sana nazón de Breogán, y esto lo añado yo, de la contaminante polución españolista. Con la bendita independencia, en Galicia no habrá caries, ni cuernos, ni opresión idiomática -ni cerraría Sargadelos- ni incultura, ni diarreas mentales, ni caspa. Solo parafernalia mítica de cemento armado cuya pervivencia defiende la susodicha.

La escribidora nos informa, muy crítica y cultamente, que si la leyenda de Breogán goza de predicamento "e viaxa cara á historia" es gracias a que en las universidades de "alén mar descubriron as nosas pegadas xenéticas pola outra illa verdescente" Menudo nivel, Maribel. Solo falta añadir la confirmación de la leyenda urbana de afiladores y paragüeros que llegaron a China empujando la rueda.

Esas investigaciones genéticas existen, ciertamente, pero apuntan en otra dirección. No tengo más remedio que repetirme, mucho lo siento, recordando lo que escribí aquí en otra ocasión. En primer lugar, los nacionalistas racistas intentaron, casi con coacciones, que el grandísimo y recio genetista Ángel Carracedo amparara grotescos dislates si bien encontraron un muro de dignidad científica. Lo que se sabe de los estudios de genética poblacional -con las cautelas que se imponen (Moore et al., 2006; Belaresque et al., 2009)- es que los muestreos apuntan a galeses (92%) vascos (87%) irlandeses (85%) y bretones vandeanos (82%) entre las poblaciones con mayor frecuencia del haplogrupo R1b del cromosoma Y (linaje patrilineal). En general, las frecuencias más altas se observan desde el golfo de Vizcaya a Baja Normandía, Gran Bretaña e Irlanda, con alguna excepción como castellano-manchegos (72%) y andaluces orientales (72%). En España, las menores frecuencias se encontraron en Galicia, 58%, y Andalucía Occidental, 55%. Complementando estos datos con los de ADN mitocondrial (linaje matrilineal) se obtiene un mapa bastante completo de nexos genéticos poblacionales. Además, los estudios de genética poblacional abren en Galicia perspectivas históricas apasionantes: somos la región con mayor peso genético norteafricano.

Las épocas de desconcierto estimulan la gran fiesta de la confusión intelectual en el todo vale de la opinión que quiere hacerse pasar por culta y crítica. Porque cuando el sol está en el ocaso la sombra de una enana es tan alargada como la de un gigante.

*Economista y matemático