La Segunda Revolución Francesa, que suele situarse en 1968, tuvo sobre todo tres grandes mentores intelectuales: Louis Althusser (Para leer "El Capital", 1969), Gilles Deleuze ("Diferencia y repetición", 1968) y Michael Foucault ("La arqueología del saber", 1969). Visitando la sección de ensayo de una librería de la Corte de pronto me encuentro con los tres magníficos en el expositor de novedades, y el golpe de atemporalidad me deja clavado en el parquet. Ninguno de los tres gurús vive, claro: Deleuze se tiró por una ventana, Althusser recorrió los psiquiátricos tras haber estrangulado a su mujer y Foucault murió de sida (la Providencia nunca es generosa con sus héroes). Las cuatro plantas de la librería, con estanterías en la escalera, se encuentran hasta los topes. Me froto los ojos, aquí pasa algo; estos bárbaros neoliberales, con su involución social, están logrando resucitar a los muertos.