Un joven director de 68 años acaba de revolucionar el mundo del cine con una película que está marcando récords de taquilla en el cine español. Emilio Martínez Lázaro, director de "Ocho apellidos vascos", está haciendo saltar la banca de la distribución cinematográfica de este país. En tan solo pocas semanas han pasado por las taquillas 4,5 millones de espectadores, lo que ha permitido, a pesar del poco tiempo transcurrido, una recaudación de 25 millones de euros.

En un momento de crisis general, y más del sector, donde lo fácil es recurrir a factores ajenos como justificación de los malos resultados, hay un director, que aparece poco por los Goyas, que ha cogido un guión, más o menos complicado, y sin hacer mucho ruido ha construido una película que está en boca de todos. Por si fuera poco, para apagar susceptibilidades, es en Euskadi y Andalucía donde va por delante en taquilla. Un buen ejemplo para todos, personal y empresarial. Pero especialmente para los que tratan de justificar sus incapacidades con alusiones a la crisis y a la falta de apoyo de la Administración.

Martínez Lázaro, además de firmar una buena película, ha conseguido realizar un buen negocio y haciendo reír a los españoles, que falta hace. Acaba de demostrar que la mayor crisis es la de ideas. Y sobre todo ha dejado claro que la solución al cine no está solamente en el IVA y las subvenciones. Un aviso para navegantes. Aunque mucho me temo que no será más que un despertar, haciendo referencia a la excelente película sobre el neurólogo Oliver Sacks. Los promotores del dinero fácil, los que imparten clases antes de recibirlas y los gurús de los fracasos tienen un buen punto de referencia antes de, como siempre, recurrir a la Administración, que no olvidemos somos todos. El que no esté en esa dinámica que deje paso, que se aparte cuando sea doblado, como mandan los cánones, que se entere de que en este juego la "pole" se consigue con buenos resultados.

Que todo el mundo tenga claro que de la crisis se sale con trabajo, ilusión e imaginación. Que ningún banco nos va a sacar de ella --buenos están pasar sacarse a sí mismos-- y que el que quiera hacer algo para que esta región esté donde se merece empiece a trabajar duro, sin personalismos, con discreción y con esfuerzo, como Martínez Lázaro. Claro que para ello hay que estar "al otro lado de la cama".