El accidente ocurrido en la madrugada del 1 de abril en el canal sur de la entrada a la ría de Vigo en el que colisionaron los buques Mar de Marín y el "car carrier Baltic Breeze, supone el segundo hundimiento en pocas semanas de un arrastrero a la salida de puerto. Como en el caso del hundimiento del pesquero portugués Santa Ana frente a la costa avilesina, en esta ocasión también hay que lamentar la pérdida de vidas humanas. La investigación de la comisión competente en materia de accidentes marítimos deberá determinar las causas de esta tragedia. Así como dar respuesta a las preguntas que nos planteamos, tales como el porqué de la caída a babor del pesquero, desoyendo las indicaciones de la torre de control de tráfico marítimo, la posibilidad de un fallo humano, mecánico o técnico que pueda justificar esa acción, o cualquier otra causa que aclarare las circunstancias de este accidente y ayude a que no se repita en un futuro. Todas estas cuestiones y otras muchas deberían aclararse en el informe que realice sobre estos siniestros la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM).

Aparentemente, el pesquero gallego y el mercante singapurense navegaban de "vuelta encontrada" (es decir, con rumbos opuestos coincidentes), por lo que ambos buques debieran haber caído a estribor, como les indicó la torre de control de tráfico marítimo y establece la buena práctica marinera y el Reglamento Internacional para Prevenir los Abordajes (RIPA) que recomiendan: "La maniobra que se efectúe para evitar un abordaje se realizará en forma clara, con la debida antelación; los cambios de rumbo y/o velocidad que se efectúen para evitar un abordaje serán lo suficientemente amplios". Sin embargo, inexplicablemente y por causas que por el momento desconocemos, el Mar de Marín viró a babor sin dar margen ni tiempo al mercante de apartarse y realizar una maniobra de evasión que impidiera el abordaje.

Hallar respuesta a todas estas cuestiones es importante, pero de igual modo cobran relevancia otras cuestiones humanas, tales como la dureza del trabajo a bordo, que con la excusa de los avances tecnológicos, en muchas ocasiones no tiene el adecuado reconocimiento, la sobrecarga de tareas y la necesidad de evaluar todos los factores que intervienen en la navegación; los posibles fallos y o errores, para así desarrollar reglas de actuación que mejoren las condiciones de trabajo, y no solo una vez acaecido el siniestro. Es por ello imprescindible que en los momentos en los que todavía se lamenta la pérdida de estos trabajadores se pongan a la disposición del sector todos los medios e instrumentos que permitan que una tragedia como esta sea imposible, desarrollando los protocolos de actuación necesarios que mejoren la seguridad, así como la implementación de medidas que a largo plazo aseguren la seguridad a bordo de los buques pesqueros y garanticen que tragedias como la del Mar de Marín no se puedan repetir.

*Secr. Gral. del Colegio de Oficiales de la Marina Mercante Española (COMME)