La anexión rusa de Crimea divide a políticos y comentaristas germanos: mientras, por ejemplo, el excanciller socialdemócrata Helmut Schmidt muestra comprensión por lo ocurrido, el exministro de Exteriores "verde" Joschka Fischer, a quien sus años de gobierno convirtieron casi en "halcón", advierte a Occidente de caer de nuevo en la tentación de "apaciguar" al Kremlin.

Al igual que ocurre con su actitud prudente a veces hasta el exceso cuando se trata de criticar a Israel por su opresión de los palestinos, Alemania parece obligada por su responsabilidad histórica a mostrar cierta circunspección frente a Rusia: se lo demandan los más de veinte millones de muertos de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial.

Y eso es lo que tal vez explique la actitud de los políticos más veteranos como los excancilleres Helmut Kohl o Helmut Schmidt, quien combatió en aquella guerra y participó incluso en el sitio de Leningrado. O de algunos comentaristas como el exsubdirector del semanario "Die Zeit" Matthias Nass que abogan por la diplomacia y niegan que intentar comprender a Putin sea lo mismo que defenderle.

El nonagenario Schmidt, editor de ese semanario liberal, llegó a justificar en sus páginas la anexión rusa de la península de Crimea, lo que le valió inmediatamente por parte del diario derechista "Bild" la acusación de defender a "dictadores", no solo a Putin sino también al sirio Bashar al-Asad.

Aunque con mayores matices, Joschka Fischer, irreconocible para quienes le conocimos personalmente a comienzos de los años ochenta como miembro del partido ecopacifista en la entonces capital de la RFA, ha llamado a Occidente en un artículo publicado en el diario Süddeutsche Zeitung a no transigir con Putin porque intentar apaciguarle solo servirá para envalentonarle.

Para Fischer, Occidente lleva demasiado tiempo sucumbiendo a "ilusiones" en lo que se refiere al presidente ruso, y esas ilusiones han acabado por "estallar" en Crimea. Es algo, dice, de lo que debíamos habernos dado cuenta antes.

En opinión del hoy comentarista y orador bien pagado en los circuitos internacionales, desde que llegó al Kremlin, Putin ha perseguido una única estrategia: recuperar buena parte de lo perdido en el derrumbe de la Unión Soviética.

No se trata ahora solo de Crimea, nos advierte el augur Fischer, sino que el próximo objetivo de Putin son las regiones rusoparlantes del Este para desde allí desestabilizar toda Ucrania.

Putin no quiere resignarse a ver a Rusia convertida en simple "potencia regional", como la calificó un tanto despectivamente Barack Obama, presidente de un país con bases militares en todos los mares y continentes, algo que, dicho sea de paso, los occidentales hemos aprendido a ver como normal.

Menos sutil que Fischer, quien al menos reconoce que Rusia necesita a Europa para modernizarse y porque tiene un temible rival en el Este -la China comunista-capitalista-, el diario "Bild" se felicita de que con lo sucedido en Crimea, la OTAN se haya vuelto otra vez "sexy".

Una alianza que algunos consideraban ya una reliquia de la guerra fría gana otra vez actualidad gracias a la anexión de esa península. Los fabricantes de armas deben de estar de enhorabuena.