Será por las películas, pero la cultura nipona me inquieta. Los altos edificios, las luces, la música incomprensible, la seriedad de la gente... La asepsia que se refleja en el cine y en las fotos de Japón siempre me ha parecido propia de una civilización distinta, enigmática, más evolucionada y cercana a la robótica que la de abrazos, tortillas de patata y ruidosas carcajadas en la que yo me desenvuelvo.

Cada día, sin embargo, nos parecemos más a ellos, con nuestros móviles y aparatitos de alta tecnología, nuestras cámaras y nuestra cada vez mayor propensión a relacionarnos por vía virtual como llevan ellos haciendo desde hace mucho. Esto no es bueno. Y es que, si son la avanzadilla, tenemos un problema, porque a los japoneses está dejando de interesarles el sexo. Más de la mitad no están casados. El 49% de las mujeres y el 61% de los hombres solteros de 18 a 34 años no tiene ninguna relación. Más del 30% entre 18 y 34 años son vírgenes, y el 45% de las mujeres y el 25% de los hombres entre 16 y 24 años afirman no estar interesados por las relaciones sexuales e incluso sentir repulsión ante un contacto íntimo. ¿Ven como son raros?

Las explicaciones que dan los expertos sobre esta repentina inapetencia que incluso tiene nombre, sekkusu shinai shokogun, son variadas: desde crisis económica o el tsunami que les hace ver el futuro con pesimismo, lo que les está llevando a una drástica y alarmante reducción de la natalidad, a la falta de tiempo o a la pereza ante el cortejo. La evolución tecnológica les facilita este aislamiento, de forma que recurren a la pornografía en internet, al sexo on line o a buscarse una novia o un novio virtuales; todo ello mucho más cómodo, limpio y seguro que un revolcón en el coche. Ya, ya sé que dirán que no es igual de placentero y que jamás sustituirían a la novia por una muñequita virtual, pero ¿recuerdan cuando abominábamos de los teléfonos móviles o de los libros electrónicos? Pues ya ven donde estamos ahora.