Esperando al Carnaval

Yo voy a empezar mi celebración del Carnaval en El Corte Inglés. No voy a ir, es obvio, a la fiesta infantil de disfraces que tienen hoy allí a las seis y media de la tarde ni al taller de cocina para niños que tendrán mañana a las 12. No colaría. Pero sí puedo ir al cocido que nos va a preparar el chef José Ramón Rodríguez, que acabará con unas filloas de Lestedo. Eso o un lacón con grelos son los dos platos que conforman el menú de estos días carnavalescos del Corte, y nosotros vamos a darle nuestra bendición si procede. Por de pronto me estoy comiendo unas "flores" de Carnaval. A Loló Domínguez le ha dado un pronto y lleva dos días encerrada en su casa, junto a la Iglesia Colegiata, metida en una fritanga. Nos ha regalado a medio barrio de esas "flores" comestibles, que no son las naturales de Laura Berardi, y creo que hoy se va a poner en la Plaza de la Constitución a ofrecerlas, cuando el pregón. Peligro, la Lolo, cuando se pone. Me bebo al tiempo una cerveza escocesa Santa Paws que me regaló con otras del mundo Alberto Benavides, maestro en teoría y praxis cervecera y director de la revista Bar&Beer. Los pobres, si no tenemos amigos que nos regalen, no somos nada. Sentado ante el ordenador, escribo, mordisqueo, bebo y espero el Carnaval. ¿Qué número de Carnaval? ¡Oh, Dios mío!

Un jueves de mucha tertulia

No me lo explico. He ido al dentista (ellos se llaman de otra manera) y todavía me queda para comer. Aunque no sabía si tendría que tomarlo con pajita, me fui a tomar un vino para celebrarlo a esa vinoteca, licorería, tienda-gourmet o lo que sea que es Meigas Fora, en Cánovas del Castillo. Las botellas más difíciles las tenéis allí. José Luis Cabaleiro y Ana, su enamorada, responsables del local y del meigallo, presidente y consorte o al revés, iban a comer al Albaria y a punto estuve de ir, pero pudo más el amuermamiento odontológico de mi labio. Luego supe que María Fernández, o no sé si Juan Polo, les habían puesto allí por 25 euros su menú degustación y volvieron tan satisfechos que hasta les parecía que se querían más, e incluso que el matrimonio era un estado de placidez.

De dudas existenciales

Entre el dentista y el vino aún me quedan unos euros para gastar hoy y no sé yo si ir hasta Toñi Vicente, el antiguo Puesto Piloto, y sentarme en una de sus mesas. El otro día me la encontré, no sé si a la salida de Misa o por ahí cerca, y me dijo que estaba con las jornadas de río. Le pedí aclaraciones y me dijo que si un helado de salmón ahumado para hacer boca, que si una empanadita de anguilas y unas anguilas salteadas con champiñones y jamón, que si una lamprea a la bordalesa, que si una arena de río con helado de wasabi de postre... Veo el precio, 29 euros, sumo el vino y aún me queda para un chupa chups. Claro que el otro día vi a Carlos Rodríguez en el Capitán con una bella morenaza que resultó ser la suya y me enteré de que en su restaurante, El Canario, tienen mañana una cena de Carnaval con laconada de base, baile y chocolatada de madrugada, y también me llega el parné. Lo que me falta entonces es una mujer pero bailona. A ver qué hago.