Con la rabiosa juventud de sus poco más de veinte años, la Universidad de Vigo se mantiene firme en su hoja de ruta hacia la excelencia, sabedora de que el futuro pasa indefectiblemente por saber innovar y ser capaz de vender los hallazgos. El jueves protagonizará una nueva gesta con el lanzamiento de su segundo satélite. Todo un espaldarazo al esfuerzo, talento y entusiasmo de nuestros jóvenes investigadores en medio de tanto traumático recorte y tanto lamento como sacude a la comunidad científica española.

La Universidad del sur de Galicia comenzó su carrera espacial el pasado 13 de febrero de 2012 con el lanzamiento exitoso del nanosatélite Xatcobeo por la nueva lanzadera de la Agencia Espacial Europea, Vega. Casi dos años y más de 9.000 órbitas después, es uno de los dos únicos satélites que siguen operativos de los ocho que se lanzaron entonces. Una demostración irrefutable de la valiosa capacidad de sus creadores.

El lanzamiento del jueves supone quizás un hito más importante para Vigo y para Galicia en general. El HUMSAT-D no es solo el segundo satélite gallego, sino el primero de Naciones Unidas dentro del Programa de Tecnologías Básicas del Espacio y que ha contado con el soporte y la ayuda de la Agencia Espacial Europea (ESA).

La segunda misión espacial en tan solo año y medio evidencia que no estamos ante un proyecto aislado, sino ante una apuesta firme. Y eficiente, como reflejan los plazos: de los casi cuatro años que fueron necesarios para fabricar el primer nanosatélite se ha pasado a apenas año y medio para el segundo.

La aventura se inició hace un lustro, en mayo de 2008, con la selección del proyecto vigués por la Agencia Europea. El plan no radicaba solo en desarrollar un nanosatélite, sino hacerlo siguiendo los estándares de calidad de la ESA. Esa cualificación ha permitido que muchos de los sesenta alumnos que participaron en esta aventura estén actualmente desarrollando su carrera profesional en las principales agencias y empresas del sector en todo el mundo.

El área espacial no es tecnológicamente fácil. Incluso las grandes agencias, las referentes a nivel mundial, han tenido problemas en muchas de sus misiones. La complejidad y la dificultad es incluso mayor en los pequeños satélites. Sus presupuestos mucho más reducidos les impiden usar componentes específicos así como sistemas más costosos que minimicen la probabilidad de fallo. De ahí que la tasa de éxito en los nanosatélites apenas supera el 20%. Por tanto, solo el hecho de que la Agencia Espacial Europea haya supervisado y validado el HUMSAT-D constituye todo un logro con independencia de lo que finalmente ocurra el día del despegue.

La elección del campo aeroespacial como una de las cinco líneas estratégicas de la Universidad de Vigo pone de manifiesto que estamos ante una apuesta a largo plazo. Y segura, a tenor de los avales la Agencia Europea y de Naciones Unidas, que indican que se está trabajando en el camino adecuado. Además del segundo satélite, la agencia ha seleccionado a la institución viguesa como nodo de operaciones de la red de estaciones GENSO y también para participar en dos de sus proyectos.

Las proyecciones de mercado auguran un crecimiento enorme que Galicia debería aprovechar conjugando la formación y experiencia con acuerdos internacionales y la incorporación de expertos a nuevas iniciativas. Son muchas las potencialidades a desarrollar. Desde servicios comerciales de observación de la tierra, como, por ejemplo, monitorización de mareas rojas, seguimiento de catástrofes naturales, seguridad o infraestructuras, hasta redes comerciales de sensores, de control de pesca y tráfico marítimo. Todos ellos mercados propicios para atender con satélites de hasta 75-100 kg en la próxima década.

Por no referirnos a la explosión de nuevas aplicaciones tecnológicas en nuestra vida cotidiana, que utilizarán satélites de navegación y de comunicaciones y que permitirán crear iniciativas de alto valor tecnológico y empleo de calidad. La creación por el campus vigués de la primera "spin off" aeroespacial que desarrollará satélites de hasta 50 kilogramos a través de acuerdos con socios internacionales es otra apuesta más por posicionarse en un mercado emergente para el que se calcula una demanda a corto plazo de entre 120 y 200 lanzamientos anuales. Se trata de rentabilizar el esfuerzo procurando colocar las innovaciones en el mercado.

La inclusión por la Xunta de la industria aeroespacial entre los objetivos de la Estrategia de Especialización Inteligente para la financiación de actividades de I+D en el periodo 2014-2020 es un paso en la buena dirección. Ahora hace falta que se materialice en apoyos concretos. Y la creación por Zona Franca de una incubadora espacial ayudará también a formar un tejido empresarial competitivo. Así pues, comienza a haber una base sólida sobre la cual construir. Cuanto primero se valoren los méritos de la Universidad de Vigo y lleguen los fondos para su proyecto aeroespacial, antes nos beneficiaremos todos los gallegos de los resultados.