Han pasado ya unos años desde que FARO DE VIGO publicó un artículo mío que titulé "Tics nacionalistas e impulsos federales", en el que criticaba el proceso que desde los primeros años de la transición venía sufriendo el PSOE en lo referido al modelo territorial. Estos "tics" comenzaron a aparecer con profusión, como si se tratara de un virus, en el discurso de muchos de los líderes socialistas, que acuñaron el término "impulsos federales", contaminados, a su vez, por el de sus tardíos compañeros de viaje en las movilizaciones antifranquistas -los nacionalistas- y que ellos terminaron haciendo suyo, en la mayoría de los casos ignorando la dimensión y el calado político de la nueva doctrina.

La profusión de "nuevas naciones" a raíz de la aprobación de la Constitución, que se han consolidado como tales, años después, mediante una utilización torticera de la historia como consecuencia del trasvase de competencias en educación a las CC AA, ha generado un proceso imparable, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, que alcanzó el clímax del despropósito con la posición de Zapatero y su constitucionalista de cabecera, Francisco Caamaño, en el debate sobre la reforma del Estatuto de Cataluña. No puedo evitar, mientras escribo, recordar aquellas palabras de nuestro ilustre escritor, Julio Camba, cuando decía que "en quince años y con un millón de pesetas, me comprometo a hacer de Getafe una nación, incluso, oprimida".

La experiencia de estos 35 años ha demostrado, de modo palmario, que en la medida en que se han ido dotando de más competencias a las CC AA, llamadas históricas (nunca supe por qué) en esa misma medida se ha ido fortaleciendo el fenómeno secesionista.

Todo ello, añadido a la creación de una estructura "mastodóntica" del Estado, al crearse diecisiete pequeños Estados paralelos y solapados, a imagen y semejanza del Estado Nacional, con los costes y, en muchos casos, ineficiencias que ello conlleva.

Estos federalistas parecen ignorar, que más allá de las posibles soluciones que la creación de un Estado Federal supondría en el plano de la financiación de las CC AA, el fuerte componente nacionalista y la vocación secesionista, más o menos explicitada de los partidos gobernantes en algunas de las regiones a federar, haría inservible la fórmula. Componente, por cierto, del que carecen la mayoría de los actuales Estados Federales.

El modelo español de estructura del Estado ha superado con creces al Estado Federal en lo que a descentralización y autogobierno se refiere, abriendo paso a pintorescas veleidades en materia de relaciones exteriores a comunidades que, como Cataluña, han puesto en marcha "embajadas" a diestro y siniestro.

Aquí no hay Estados previamente soberanos que tengan que federarse. Tampoco hay un Estado de nueva creación como muchos de los Estados Federales existentes en el mundo o en Europa. Sí hay, por el contrario, minorías nacionalistas regionales que buscan la ruptura.

Además, ¿qué modelo federal? ¿El de Brasil? ¿El de Alemania? ¿El de México lindo y querido? Y así hasta 24 modelos (o 28 depende de qué autor se estudie) Una vez constituido el Estado Federal ¿los nacionalistas periféricos cesarán en sus pretensiones secesionistas y enarbolarán en sus sedes y domicilios la bandera del nuevo Estado Federal, como lo americanos, pongamos por caso? Creo que no.

Va siendo hora de que el Partido Socialista, a la vez que renueva liderazgos, abra un debate serio -cosa que no ha hecho- sobre el modelo de Estado y, de paso, recupere la lucidez y la coherencia con su propio pasado, con la realidad social y política en la que estamos inmersos.

*Exdiputado socialista