Ya había escrito en estas páginas sobre los ex libris y sus antecedentes (Faro de Vigo, 09.06.2013) y, tal como les prometí, lo hago de nuevo y con gusto. Les adelanto que no será la última vez, ya que bien lo merecen tanto por su número, calidad y variedad, como por la importancia de los artistas y grabadores que los ejecutaron y fueron capaces de recoger la profesión y hasta la psicología de su propietario. Además, son expresión de las tendencias y gustos de la época en que se realizaron.

Para los que no me leyeron o son legos en la materia, les recuerdo que ex libris significa literalmente "de entre los libros de" o, en sentido más amplio, "libro perteneciente a". En su forma "típica" consiste en una pequeña estampa adhesiva que se pega en la parte interior de la cubierta, guarda u hoja de respeto del libro, en la que figura el latinismo ex libris, el nombre del propietario, bien en latín o bien en lengua común, y las armas o una imagen alegórica o simbólica relacionada o no con el bibliófilo, un anagrama o la reproducción de un cuadro o grabado. La revolución del exlibrismo se produjo con las nuevas técnicas de impresión y creación tipográfica, a partir de 1450, con la invención de la imprenta de tipos móviles. Las técnicas de reproducción del ex libris han sido múltiples. Las más antiguas fueron la tipografía por fundido en plomo y la xilografía o grabado en madera, a las que se fueron sumando otro tipo de grabados como el linóleo, buril, aguafuerte, punta seca, litografía, agua tinta, xerigrafía u otro tipo de impresiones. A ellos se añadieron en la actualidad las nuevas artes gráficas por medios fotomecánicos, en las que el ex libris se obtiene a partir de una copia fotográfica, mediante el fotograbado, la tipografía, la tricromía, la cuatricromía, la fototipia, el huecograbado, el offset o la fotocopia simple. A lo largo de los años se observó una evolución en los temas tratados en la imagen del ex libris, que pasaron del escudo o el blasón -símbolo de la aristocracia, el clero y el linaje de los propietarios de los libros durante la Edad Media y el Renacimiento-, a las alegorías propias del siglo XVII, vinculados a las aficiones y profesiones de la burguesía, los nuevos propietarios de los libros y las bibliotecas. Asimismo, surge una temática nueva que distingue el ex libris religioso, el infantil, el conyugal, el femenino, el macabro, el serio, el humorístico, el erótico, el frívolo? Incluso algunos reflejan la personalidad a través de un dibujo de carácter humorístico o caricaturesco. No olvidamos los de claro significado jeroglífico cuando sus nombres o apellidos tienen relación con animales, flores u objetos. Un buen ejemplo sería el del benedictino Fr. Martín Sarmiento, que conjuga cifras, letras y agujeros y fue estudiado por Damiro de la Válgoma (Boletín de la Real Academia Gallega. 1971-72; 31: 143-147) y transcrito en su totalidad por Ana Barbazán (O ex libris en Galicia. Arte e Bibliofilia). En cualquier caso, la producción exlibrística fue bastante limitada hasta la revolución industrial y el movimiento artístico que con ella surgió, el Modernismo. Es en el siglo XX cuando surgen los coleccionistas, nacen las primeras asociaciones de exlibristas, se editan publicaciones especializadas y se celebran Congresos y Exposiciones. En España también es en los primeros años del siglo XX cuando se produce un verdadero renacimiento del ex libris moderno, coincidiendo con el apogeo del Modernismo o Art Noveau, sobre todo en Cataluña, impulsado por los trabajos de Ramón Miquel y Planas y de mano de los dibujantes José Triadó y Alejandro de Riquer, este último, arquetipo del estilo modernista y creador del ex libris moderno (Exlibris. Barcelona: J.Furno; 1903). Otras figuras de la exlibrística fueron Joaquín Renart y el pintor Juan Gris. Después de la guerra civil se produce un segundo resurgir de los ex libris, a cargo de artistas como Juan Estiarte, Juan Catasús o Francisco Esteve Botey. Es el momento en que se crean la Asociación de Exlibris ibéricos en Madrid y la Asociación de Exlibristas de Barcelona. En Galicia su desarrollo es paralelo al auge de las artes gráficas a partir de la década de los veinte y, como mantiene María Victoria Carballo-Calero (Entre la tradición e invención. Obra gráfica en la Galicia Moderna. Abrente. 2007; 38-39: 279-287), sigue el modelo estético y cultural catalán de la mano de Camilo Díaz Baliño, Juan Luís o Cándido Fernández Mazas, Álvaro Cebreiro, Castelao y Xaime Prada, y en él no faltan motivos antiguos o modernos del país gallego. En Portugal destacaron los artistas Antonio Lima y Alfredo Cándido, así como los grabadores Paes Ferreira e Isaías Peixoto. De todo ello es expresión la definición de Walter Schulte, que eleva a la categoría de arte el concepto de ex libris: "Es el vínculo más íntimo y más artístico que une el libro con su propietario".

La práctica totalidad de los médicos dispone de una biblioteca, de mayor o menor extensión, formada por los tratados básicos y las revistas especializadas, en la actualidad enriquecida por las búsquedas bibliográficas "online", que le resultan imprescindibles para la formación y actualización continuada. Un significativo número de médicos han estado desde siempre vinculados a las humanidades, las artes y las ciencias sociales. Es una conjunción que surge de modo natural si se considera que estas disciplinas enriquecen la condición humana, llevan a una mejor reflexión ética sobre las responsabilidades con otros hombres e impulsan la observación, análisis y autorreflexión, al tiempo que sientan las bases históricas de la medicina y la salud. Como consecuencia, es frecuente que en las bibliotecas de los médicos se incluyan libros y revistas de filosofía, ética, historia, religión, literatura, artes, sociología, antropología, política, economía, etc. Es más, esta circunstancia ha conducido a un campo académico interdisciplinario que incluye historia de la medicina, bioética, patobiografía, epistemología médica, antropología física, economía de la salud, etc. Sin embargo, son relativamente pocos los médicos que usan ex libris, lo que no sólo es aconsejable sino imprescindible. En Portugal, en un estudio cuidadoso de Adelino Vieira Neves (O es-libris e o seu uso pelos médicos portugueses (Braga: Academia Portuguesa de Exlibris; 1976), se recogen poco más de un centenar de ex libris de médicos. En España se citan colecciones no muy numerosas -como los expuestos en la galería de arte del hospital del Bellvitge en 1994- y casos aislados (Manuel Rodríguez Codolá. El exlibris y su uso por los médicos y farmacéuticos. Barcelona: Laboratorios del norte de España; 1941). En cualquier caso, no todos los ex libris usados por médicos hacen alusión a su profesión, sino a inquietudes culturales o espirituales distintas, como el arte, la poesía, la música o la etnografía y, en otras ocasiones, aunque no exista un símbolo de la medicina debidamente concretizado, sí aparece un elemento simbólico que expresa que un médico es su poseedor. Al igual que otros bibliófilos, algunos médicos no se contentan con uno solo sino que tienen varios, ligados a épocas distintas o diferentes secciones de su biblioteca. Resulta imposible que reunamos aquí todos los ex libris de médicos, pero sí citaremos algunos dado el interés artístico de los mismos o la importancia de sus propietarios.

Entre los ex libris de médicos españoles son conocidos el del Dr. Sitjar, original de Triadó; el del doctor José María Roca, dibujado por Riquer; el del Dr. Vicente Giménez dibujado por Vereber y que representa un azulejo con la leyenda "Quaerite et invenietis"; el del Dr. Comendador, que hace alusión al juramento hipocrático a través de un cráneo que lleva entre sus dientes a la serpiente; el del Dr. Marañon, dibujado por él mismo bajo la divisa "Si la pena no muere se la mata"; los del Dr. Fabregat o el del Dr. Jaime Padrós, que refleja el busto de la ciega Pompeya y dos ojos que dan luz en las tinieblas. No olvido el de mi amigo, el Dr. Xabier Casares, simple estampilla de caucho de un dibujo lineal de una paloma de la paz, tomado de un original de Rafael Alberti, que refleja muy bien su pensamiento.

En Portugal utilizaron ex libris destacados médicos, entre ellos, el gran bibliófilo Dr. Melo, conde de Mafra; el premio Nobel, profesor Egás Moniz, alusivo a un verso de Os Lusíadas, relacionado con la llegada de los portugueses a tierras de Oriente; el Dr. Centeno Fragoso, con un dibujo que imita un haz en torno al cual se arrolla la simbólica serpiente, resaltando sobre un conjunto floral; el del Dr. Da Rocha Brito, que representa una mano, rodeada de una corona de espinos, que sostiene una balanza con una calavera en un platillo y un corazón en el otro; el del profesor Costa Sacadura, con una figura de mujer protegiendo a dos niños y simbolizando a las maternidades que él mismo fundó; o el del profesor Augusto Salazar Leite, con un caballero de la edad media con la divisa "Confío em mim", para afirmar que siempre luchará para vencer el mal que mortifica a la humanidad.

Imposible enumerar aquí los de otros países, pero valgan como ejemplo el ex libris del oftalmólogo alemán, Dr. Schieck, con un joven sirviendo de lazarillo a un anciano ciego que va por un camino donde apenas resplandece el sol, o el del francés Dr. Pierre, que refleja a un monje medieval practicando una cesárea.