E dálle: entre los mujaidines del Pepé de aquí hay un grupito de gente, con más osadía que luce, que se dedican a despellejar a todos los que no se postran, genuflexos, ante la efigie de sus jefes y dicen -o escriben- lo que les satisface. Los comanda, supo Anacleto, un chico con acta -se la debe a su padrino político, hoy de oyente- al que pretende servir de soporte para un impulso que le lleve otra vez al primer plano. Pero es pelín deslenguado, el mozo, y se le ve -y se le oye- de lejos. Uyuyuy...

Y es que, por muy agosto que sea ya este mes, y por más que se suponga que todo ha de estar en calma, de eso nothing. Y ni siquiera el trabajo sucio de los citados mujaidines radikales -o sea, de la rama talibán- con sus insidias, sus descalificaciones, su mala milk ytalytal logran aparcar los rumores sobre el cabreo que hay en una parte del Pepedé de aquí. Más en concreto en el sector boinero, sobre el que muchos decían que parecía muerto, pero solo está mal enterrado. Y avisados están. Ojito...

(Por cierto: entre los que se resisten a aceptar que la antigua curia herculina ha ganado la batalla para desgaleguizar el tenderete -y ahí están Carlos y Diego, su sacristán, para asegurarse de que nadie se equivoque de Camino- hay un puñado de municipalistas, tratados como floreros y obligados a no salir de sus reductos, por si acaso. Y aunque el montepío repita -hasta en agosto, que ya son ganas- que es un invento, pura mentira y vade retro, nanay: solo hay que fijarse. ¡Ay, Pepe...! )

Otra cosa. Cuenta Anacleto que arrecia la tormenta en un sector muy -pero muy, muy- sensible, y de importancia estratégica sin igual, del lobby del norte-. Es sabido ya el fracaso de una folga gracias al rechazo de una central considerada como vanguardia anticapitalista, pero que ahora jugó a favor -la incógnita está en saber por qué- y el estallido interno que provocó. Y hay ya quien, en las tierras altas, acelera la búsqueda de plazas en nuevos barcos, porque en el que han viajado media vida parece a punto de naufragar. ¿Capisci...?