Se lanzan globos sonda sobre recortes de pensiones para defender el sistema a largo plazo, como si una cosa dependiera de la otra. Pero no es así. Toda la aritmética que hagamos hoy para las pensiones de 2020 es un esfuerzo casi inútil, porque no hay manera de prever el principal factor de sostenibilidad o de insostenibilidad: la marcha general de la economía. A ver si lo entendemos de una vez: las pensiones se pagan con lo que se ingresa en cada momento dado. Lo que se ingresa depende de dos factores: la marcha de la economía y la presión fiscal. Y como la segunda solo puede subir con eficacia en tiempos de prosperidad, las pensiones de 2020 dependen casi exclusivamente de que para entonces el país haya recuperado la senda de la creación de riqueza. Un punto de más o de menos en el ritmo anual de crecimiento del PIB en los próximos siete años incidirá cien veces más que cualquiera de las medidas que proponen los expertos.

Durante la crisis de los noventa, hace dos décadas, también se dispararon las alarmas en relación al futuro de las pensiones. Mientras la producción se hundía y el paro llegada al 24%, se multiplicaban las voces avisando de que el sistema no era sostenible e iría a la quiebra tarde o temprano. La gente acudió a los bancos a subscribir planes privados. Se firmó el Pacto de Toledo. Pero aquel mismo año ya empezó a disminuir el paro y a recuperarse la economía, y en los años siguientes el problema desapareció del horizonte. ¿La esperanza de vida había dejado de crecer? No. ¿Se había prolongado la vida laboral? Más bien lo contrario: las prejubilaciones generosas eran norma. Pero el paro bajó hasta el 8,3% (2007) y había tanto trabajo que llegaron a España más de cuatro millones de inmigrantes. Entonces llegó la crisis, y entre 2007 y 2013 se han perdido cuatro millones de puestos de trabajo. Y las pensiones han vuelto a ser un problema a largo plazo.

Si a la crisis presente le sigue otro periodo de prosperidad, y el empleo y la riqueza crecen a un ritmo superior al número de jubilados, las pensiones podrán mantener o incluso aumentar su poden adquisitivo. Si tal cosa no ocurre, si al final resulta que se han acabado los ciclos y esta crisis es una puerta dantesca sin retorno, entonces no habrá pacto que salve ni el sistema de pensiones, ni nada de nada. La única esperanza para los pensionistas del 2020 es volver a crecer.