Desde hace una semana los comentaristas dan vueltas y vueltas a la intencionalidad del "pequeño pronunciamiento" del expresidente Aznar. Es justamente eso, un pronunciamiento, una llamada pública a la espera de respuesta, pero en este caso a plazo, reservada al supuesto de que el caos económico, social, territorial e institucional se instalara en España, tras un eventual fracaso de Rajoy. O sea, dicho con más claridad aún, la de Aznar es una propuesta condicionada de caudillaje, de hombre providencial que, con mano de hierro, saca a un país de los infiernos. En este billete ya se apuntó alguna vez esa querencia caudillista de Aznar, sin que decir esto niegue su carácter democrático. Quizá piense que, llamado como está por el destino, sólo debe aguardar a que se consume la conjura de la historia. Nada contra Rajoy, para Aznar un simple accidente, un flojo, un pusilánime.