Antes el pan salía de las panaderías, unos lugares tremendos con su mística artesanal, y ahora salen del horno microondas de casa o del más industrial de la gasolinera. Antes todo se compraba tiendas, y ahora cada día más cosas por internet. Bien, al aparecer cada uno de esos inventos parecía hundirse el mundo, pero al final el mismo mundo se reproduce bajo distintas formas, gracias a la invariabilidad del espíritu humano. Ahora llegan las impresoras 3D, con las que, según se desarrolle el invento, podrá fabricarse casi de todo en casa, desde pistolas a tartas bien ornamentadas. ¿Iremos camino de la casa-factoría? Felizmente, nadie sabe lo que acabará pasando, y gracias a eso aún hay juego. En cuando a lo único que no acaba de cambiar, o sea, el espíritu humano, con la manipulación genética quizás pueda acabar haciéndose a medida en una copiadora industrial de última generación.