Vista la inminente incorporación de los insectos a la dieta, recurro al asesoramiento de mi poeta de cabecera, que además es gastrónomo y buen enólogo, pues lo que no puede ser es que después de milenios perfeccionando el gusto, ahora, por un simple cambio de ingredientes, nos pongamos a comer insectos a puñados y sin acompañamiento. Transcribo su respuesta, que me llega después de que haya hecho sus químicas gustativas: "Por norma, coleópteros y ortópteros con tinto; odonatos e himenópteros siempre con blanco; a los dípteros no les va mal un rosado bien fresco; los lepidópteros indudablemente acompañados por un cava o un champagne. Los hemípteros requieren ya una grappa al menos". Le pregunto también si cree que pueden combinar con los mariscos, y tuerce el gesto. "Con los moluscos mal; y desde luego nunca servir mitílidos con blatodeos". Echo mano al Diccionario y me dan arcadas.