Además de lo políticamente correcto en general, hay un discurso de lo políticamente correcto aplicado a la política, que ensalza el consenso, los pactos de amplio espectro, la larga marcha de la contestación social a través de las instituciones y el buen orden a la puerta de casa del político. Por diversas razones tiendo a estar a favor de todo eso, pero en momentos de emergencia como éstos hay que dejar que emerjan todas las fuerzas interiores y hasta que se muestren con la debida virulencia. ¿Un gran pacto nacional, ahora? Puesto que sólo sería posible para ejecutar con algún matiz lo que diga la "troika", mejor dejar que la oposición se quede en la reserva, por si hay que ir a un cambio de fase. ¿Que el poder de la calle se canalice a través de las urnas? Mejor que siga en la calle, indócil y arisco, pues de ella ha salido casi todo lo nuevo que hoy damos por hecho y derecho.