Tomo por título una de las declaraciones de Saskia Sassen a la periodista Pilar Rubiera, momentos después de serle otorgado el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013. "Todos los emigrantes son portadores de derechos, porque son ciudadanos de un país". Esta verdad de perogrullo respalda políticamente el derecho moral de toda criatura humana en el escenario común de la especie, que es, por ahora, el planeta Tierra. La holandesa Sassen, creadora del concepto de "ciudad global", cree que Europa es un "continente criollo". Lo explica en el hecho de que el 40 por 100 de los ciudadanos de Viena sea descendiente de emigrantes "y lo mismo sucede en Francia y Holanda". Más que de criollismo, casi siempre circunscrito a una etnia, me gusta soñar en el mestizaje, no solo cultural sino de sangre. Con feroces resistencias, el orbe humano avanza hacia el mestizaje universal. Aunque lejano, estoy persuadido de que ese es el destino de la especie y su única opción de paz y fraternidad. Dicho así, parece una hipótesis ilusoria. Añada cada cual la crítica que estime aplicable, pero me gustaría conocer otra vía de superación de los genocidios étnicos, los confictos territoriales, las guerras de religión o creencia, la explotación suicida de los recursos naturales, el abismo económico-social entre señores y siervos, y tantas otras aberraciones llevadas al paroxismo por una sociedad -postindustrial- cuya gloria hubiera sido demostrar que el paso de los siglos conspira contra el error, no contra el ideal.

Es muy desalentador el paripé de los británicos para argumentar su separación de Europa. El flojo Cameron, que no es precisamente un entusiasta de la unidad, está sin duda en el origen de las críticas de dos ministros de su gobierno y pretende controlar el debate afectando un europeismo que va a exigirle a corto plazo menos restricciones a la inmigración, mano dura contra los paraisos fiscales abanderados por la "Union Jack", etc. En suma, réditos inmediatos para la antieuropea ulttraderecha del país, la UKIP o Partido de la Independencia del Reino Unido, que, como tercera fuerza de hecho, ya amenaza la estabilidad del bipartidismo. Antes me divertían los vídeos del líder independentista, Nigel Farrage, cuando paralizaba en el Parlamento Europeo a los dirigentes comunitarios con una agresividad y un descaro que los Barroso, Rompuy y compañía se han ganado a pulso. A veces era difícil contradecirlo -por ejemplo, cuando bramaba que "Rajoy es el líder más incompetente de Europa"- pero dejó de divertirme por sus excesos extremistas. Farrage es un facha y su elocuencia xenófoba despierta ruidos neonazis.

Pero lidera la tercera opcion electoral de UK y está obligando al gobierno de Cameron a replantearse Europa mediante referendum, y a cerrar fronteras a inmigrantes de cualquier procedencia. Ideas como las de Saskia Sassen nos salvan del pesimismo radical, pero algo tendrán que hacer Bruselas y Berlín para que la mayoría de los lideres de la UE no acaben bramando como Farrage.