Es interesante la valoración crítica que hace el más conocido fuera de los artistas chinos de la labor de la prensa internacional en una entrevista con la prensa germana con motivo de su próxima participación en la Bienal de Venecia.

Preguntado por el semanario der Spiegel por su relación con los medios occidentales, Ai Weiwei responde: "Los periodistas son profesionales. Su concepto de la verdad se asemeja más a la pericia de los médicos que al sentir de los pacientes".

Y agrega: "Como artista, intento comunicar la verdad de forma que pueda ser experimentada y compartida de modo inmediato. El arte debe ser inocente. Los periodistas, por el contrario, hacen valoraciones. Por eso, la prensa informó con todo lujo de detalles sobre el atentado de Boston, pero prácticamente no contó nada de los 122 tibetanos que se inmolaron en las llamas durante los últimos meses".

Y aludiendo a su condición de disidente famoso, Ai reprueba el que los medios de comunicación extranjeros se limiten a escribir sobre su lucha personal contra las autoridades chinas mientras que no se ocupan para nada de otros que sufren igual que él persecución.

Uno, que se ha dedicado muchos años a ese oficio, sabe de los olvidos, intencionados o no, de los medios internacionales y de la frustración que ello genera.

Así, se produce una crisis en determinado país, un país que importa a Occidente por los intereses en juego de las petroleras u otras grandes multinacionales que allí operan, y la prensa pone en él todos sus focos.

Se ataca a ese país para eliminar a un régimen del que los gobiernos occidentales descubren de pronto que lleva años violando los derechos humanos, y el conflicto así desatado no desaparece un solo día de las primeras páginas de los periódicos hasta que el dictador caído en desgracia es derribado.

Resuelto el problema y mientras los vencedores se reparten el botín, la prensa internacional, siguiendo la pauta que suelen marcar las grandes agencias y televisiones anglosajonas, se olvida totalmente de los problemas cotidianos de los supervivientes en un país reducido a escombros para centrar toda su atención en una nueva crisis que ha estallado en cualquier otro lugar del mundo.

En el caso de Ai Weiwei, si los medios de comunicación se ocupan tanto de sus constantes problemas con las autoridades comunistas de su país, que no le dejan por ejemplo viajar a Venecia para asistir a la presentación de sus propias obras en el pabellón alemán de la Bienal, ello se debe sólo a su fama internacional y a su hábil recurso a las redes sociales como Twitter.

Ai asegura que esa atención que se le presta fuera no hace sino aumentar su sentido de la responsabilidad. Actualmente trabaja en un vídeo sobre su detención por la policía china pese a que ésta le advirtió de que no debía hacerlo. "Si tan penoso os resulta, ¿por qué me habéis detenido?", dice que preguntó a las autoridades.