La palabra bibliófilo procede del griego e indica ser "amigo del libro". Bibliófilo es aquel que colecciona, conserva, admira, lee, estudia y se recrea con los libros. Hay cientos de especialidades bibliográficas y, por lo tanto, de bibliófilos. El más común de los bibliófilos es el ecléctico, que acopia toda clase de libros, seleccionados tanto por su continente como por su contenido. Menos habitual es el bibliófilo excéntrico, que los colige por curiosidades determinadas. Una dedicatoria autógrafa del autor le da gran valor añadido a un libro y lo convierte en un ejemplar único, hasta el punto de considerarlo de alta bibliofilia. Un paisano canario de mi padre, Telesforo Fuentes Suárez (Gran Canaria, 1921 - 2001), conformó a lo largo de su vida, mediante gestión personal directa, la que es la mayor colección del mundo de libros autografiados por sus autores a un coleccionista, con un total de más de 8.000 volúmenes. Fuentes viajó a muchas ciudades del mundo e hizo colas interminables a la búsqueda de la firma de un autor determinado. De este modo, conoció y habló con todos los escritores de su biblioteca. A él se ha referido su paisano, el escritor Juan José Armas Marcelo, al que le confesó que "La firma es un bautizo laico del libro y, al mismo tiempo, una legalización del libro para la eternidad". También lo hizo el gallego Xosé Neiras Vila, que trató a Fuentes en La Habana, ciudad donde llegó a ser Presidente de la Sociedad de Amistad Canario-Cubana. Cuando falleció el bibliófilo, sus hijos, fieles a la voluntad de su padre, donaron sus libros a la Biblioteca Insular de Gran Canaria.

En el mundo de las librerías de lance, encantes, rastros, ferias, salones o por catálogos, con paciencia y perseverancia, se pueden encontrar libros usados, de segunda mano, baratos o saldados que ostentan la dedicatoria del autor, sin que en muchos casos se le haya prestado atención ni dado valor. En el año 2006, mi hija María Martinón Torres, antropólogo pero también bibliófila e incansable viajera, localizó en Biblion Antiquariat de Zurich, un ejemplar de la primera edición de Späte Prosa -Prosa Tardía (Berlín, 1951)-, de Hermann Hesse (Baden, Alemania, 1877 - Montagnola, Suiza, 1962), que me regaló el día de Reyes de 2007. El libro es excepcional, dado que ostenta la dedicatoria autógrafa de Hesse al también célebre escritor Rudolf Jacob Humm (Módena, Italia 1895 - Zurich, Suiza, 1977). Además, debajo de la dedicatoria, Humm añadió a lápiz la fecha en que releyó el libro. Ambos escritores, expatriados en Suiza, fueron amigos entrañables y mantuvieron una decidida actitud pacifista y actividad política antifascista, de la que dejó constancia una extensa correspondencia hoy publicada. No lejos de la librería Biblión está Rabenhaus ("Casa del cuervo"), célebre casa por su histórica taberna y en la que vivió Humm con su esposa, convirtiéndola en epicentro de las relaciones culturales e intelectuales de la época, a donde acudían activistas políticos, artistas y los más destacados escritores. Posiblemente allí coincidió Hesse con Humm en más de una ocasión y en una de ellas le dedicó este libro. En la actualidad en la planta baja de Rabenhaus conservan el viejo emblema del cuervo negro en la pared exterior y han instalado un quiosco de prensa y un restaurante libanés, en el que mis lectores pueden recordar a los escritores mientras almuerzan por un precio asequible. Con posterioridad, en 2012, XM del Caño (Faro de Vigo, 13.01.2013), me descubrió y regaló el libro de Hesse, Lecturas para minutos (Madrid: Alianza Editorial; vol 1 y 2; 1975 y 1979), en los que el editor Volker Michels recopiló los pensamientos de Hesse, extraídos de sus cartas, grandes novelas, narraciones breves y obra ensayística y crítica. Estos se agrupan en una serie de apartados temáticos en torno a los problemas centrales de la condición humana: política, religión de Iglesia, sociedad e individuo, escuela y educación, realidad e imaginación, arte y artistas, amor y muerte, juventud y vejez.

En un artículo como los que escribo resultaría imposible tratar cada uno de estos apartados, dada su profundidad y extensión. Además, como advierte el compilador, aunque hay continuidad del pensamiento en la obra de Hesse, cambian las etapas y las circunstancias de la vida y, como consecuencia, su polarización sobre el problema vivido, lo que el propio autor reconoció: "Una verdad sólo puede ser expresada cuando es parcial". No obstante, los apartados en que se ha divido la obra de Hesse, me darán pie para exponer mis propias simplezas (frases personales breves que recogen mis observaciones, interpretaciones o reflexiones) en artículos sucesivos.

En política, Hesse escribió lo que estimo define su pensamiento: "Lo blando es más fuerte que lo duro, el agua más fuerte que la roca, el amor más fuerte que la violencia". Es verdad que en política el riesgo y los sufrimientos son muy grandes, por lo que a los que la ejercen se les podría aplicar aquella sentencia de Rafael Peregrino -que no era otro que el pseudónimo del controvertido secretario de Felipe II, Antonio Pérez, en sus escritos Relaciones (París, 1598)-: "Ultima filosofía humana, disponerse a todo lo que viniere".

He aquí algunas de mis simplezas de orientación política y social, que no son inflamadas soflamas sino apacibles y sosegadas reflexiones, con las que no pretendo, ni mucho menos, se identifiquen mis lectores.

Era un dictador ejemplar ya que sabía muy poco, se creía en posesión de la verdad y además la imponía.

Era tan de derechas que antes de nacer se aseguró padecer dextrocardia.

Un lacayo en democracia es el testimonio de que ésta aún no se ha logrado del todo.

Era tal su cobardía que le tenía miedo al miedo.

Ciertas sociedades, al llegar la jubilación, te designan miembro de honor. No sabes si es acto de recompensa por lo hecho o acto de piedad para no pasarte el recibo.

Cuando se precipitó empujado por sus súbditos, el monarca averiguó que poder y capacidad eran distintos. Lo primero se puede heredar, lo segundo se tiene o no se tiene.

Amo a mi pueblo y sus diferencias, pero en caso de conflicto prefiero lo que nos une.

Quiero a mi patria, mas si he de escoger selecciono al individuo.

Si hay opresión, el neutral favorece la injusticia.

Mal político es el que promete, incumple e impone; buen político es el que promete, cumple y convence.

La mejor decisión del economista fue no tener dinero propio; así no tendría que robarlo ni se lo robarían.

La felicidad no se busca, se encuentra al procurar la de los otros.

Cuando veo a ciertos políticos en la primera fila de todos los actos, en su mayoría ajenos a ellos, pienso debería inventarse la denominación de culipresidencia de propaganda.

El consenso es la solución equidistante de la mediocridad.

Es verdad que es muy difícil hacer algunas cosas, pero todavía lo es más dejar de hacer otras.

Cuando nos sentimos golpeados, humillados y condenados, nos consuela recordar que no siempre es por nuestros propios errores y faltas sino por la incompetencia de los que mandan y de los que administran sus normas y leyes.

Cuando algo va mal toda la culpa es del que manda, pero casi nadie se acuerda de la falta de entusiasmo y esfuerzo del mandado.

En tiempos de crisis el bolso del comprador, a la salida del supermercado, aumenta su peso por encima de lo que compró.

La diversidad de cargos de un político impondría la omnisciencia cerebral; lo malo es que no existe.

Muchas veces he pensado que ser valeroso no es no tener miedo sino ser el único que lo sabe.

Para pensar primero he de sentir. No hay pensamiento sin previo sentimiento.

No es sabio el político que conoce todas las respuestas sino el que intuye las preguntas.

Con el grito de ¡usurpador! el águila imperial increpó al piloto de aviación y este cambió de oficio.

Si es que existiese un dictador bueno, sólo ejercería el poder sobre sí mismo para favorecer a los demás.

El buen político no obliga a cumplir las leyes sino que facilita su cumplimiento.

La desventaja contra la que muchos políticos se debaten es su propia mediocridad.

Los que mandan nos han prohibido fumar, ¿será por nuestro interés o por el suyo para no quedarse sin mandados?

Nadie conoce mejor la libertad de pensamiento como el censor.

No confundir benevolencia con estupidez. El egoísmo maltratador de los padres no es su comprensible falta de formación; el matrimonio insoportable y degradante, no son simples desavenencias; la ingratitud y el olvido de los hijos no es independencia decidida; el enojoso e inapreciable trabajo cotidiano no es una dúctil rutina y cosas del carácter del jefe. Y es que con las realidades desagradables de la vida hay que encararse y, si es necesario, romper definitivamente.