Preocupa en Europa el auge del euroescepticismo, y el riesgo de que mute en un populismo de extrema derecha, pero nadie en la dirigencia europea parece enterarse del fondo del problema. La actual troika en el poder se parece cada vez más a los tres monitos, que no oyen, no ven, no hablan (salvo para ordenar). ¿Cómo creer en una Europa democrática en la que los que mandan de verdad, y controlan la economía de los países, no responden ante el electorado europeo? Cualquier europeísta estaría dispuesto a asumir una presidencia europea elegida cada cuatro años, cuyo gobierno desarrollara un programa respaldado por el voto de todos, que estuviera por encima de los intereses nacionales de cada país. Podría ser la misma Merkel, si se presenta y recorre todos los territorios en busca del voto. Pero en ese proyecto no creen los actuales poderes de Europa, que son los verdaderos euroescépticos.