Hubo una época en que algunos de nuestros líderes socialistas, contagiados por la Tercera Vía de Tony Blair, soltaban con impune levedad incongruencias como la de que bajar impuestos era de izquierdas.

La justicia distributiva debía de parecerles una antigualla en una época de especulación financiera, de desregulación de los mercados y enriquecimiento a toda costa.

Ahora son los ecologistas, los Verdes alemanes, quienes redescubren la virtud de los impuestos para el funcionamiento más justo de una sociedad y le hacen un "sorpasso" por la izquierda a los socialdemócratas de su país.

Lo hacen sin temor a las consecuencias electorales de su apuesta porque resulta difícil ganar elecciones anunciándoles de antemano a los votantes que, a partir de cierto nivel de ingresos, el Estado va a llevarse una tajada mayor.

Sea como fuere, han conseguido poner esa cuestión en el centro del debate político, lanzando de paso un órdago al principal partido de la oposición y potencial aliado en el caso de obtener entre ambos una mayoría capaz de gobernar el país. Algo de momento harto improbable, dadas las continuas meteduras de pata del candidato socialdemócrata a la cancillería, Peer Steinbrück.

Este, como el presidente del partido, Sigmar Gabriel no tardó en distanciarse de las propuestas de los Verdes, presentando al suyo como un partido más moderado que el ecologista.

Sin embargo, los últimos sondeos indican que una mayoría de los ciudadanos de aquel país, un 56 por ciento exactamente, está a favor de que se aumente la presión fiscal sobre quienes más ingresan.

El programa ecologista no solo propone gravar más directamente a los más ricos sino también elevar otros impuestos indirectos como el IVA en el caso de la comida basura, las flores cortadas o aumentar el precio del queroseno que consumen los aviones. Todo ello en beneficio de la salud y de la protección del medio ambiente.

Con el dinero recaudado quieren financiar proyectos como una pensión mínima garantizada de 850 euros para los jubilados con independencia del dinero que hayan aportado a las cajas durante treinta años de vida laboral, aunque hayan estado algún tiempo en el paro, o una especie de seguro de subsistencia de 330 euros mensuales para todos los menores.

Los Verdes tienen su electorado sobre todo entre los profesionales, gente con un buen nivel de ingresos. Es un sector que vota también a los liberales, el socio minoritario del Gobierno de Angela Merkel. Solo que los primeros se sienten más solidarios con el conjunto de la población.

Según datos internos, un 75 por ciento de quienes votan al partido ecologista se declara dispuesto a pagar más al fisco a cambio de que el dinero se destine a mejoras educativas y sociales.

Consideran que uno de los mayores problemas del país es la desigualdad social, que no ha dejado de crecer sobre todo desde la introducción de las reformas laborales por el canciller socialdemócrata Erhard Schroeder, las mismas que ahora su sucesora cristianodemócrata ofrece como receta salvadora a los países del Sur de Europa.